Inicio / Cuenteros Locales / Alek_Estrellas / Iglesia Apostólica del Amanecer cada vez más lento, del Centro nunca hallado, del Corazón en otoño.
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Pero la cercenada estrella se ha perdido para alcanzar un nuevo brillo derrotado en batallas de trescientos hombres en armadura de brillo plateado de luna que ondula en el agua plomo y que se bate como se baten los juncos queriendo mirar la tierra y beber de ella. Tirado en la tierra como peregrino la estrella ha dejado de brillar pero brillando más fuerte que nunca, arrancando pedazos del coxis y de la columna para dotárselos a los ojos: ¿es esto el perfeccionamiento de Andrés Pavlos? Porque Pavlos dijo, con todas sus letras y sus flores, que “la perfección es un río de dos corrientes”. ¿Este el río de las golondrinas hechas de universo? Universo: cúmulo de todo, cuerpo celeste que se extiende, que crece y luego (eventualmente, ¡Dios líbrame de eso!) se encogerá hasta comerse a sí mismo. Sí, el universo encogerá sus pliegues en sí mismo y solo así Julio César se besará con Napoleón y Maríe Curie comerá radiación sin que se le hinche el cuerpo y supure de pus horrible que la mate y la ahogue. Dulzura, la dulzura del centro. Todos buscan El-Centro en el Yo, pero ¿qué no El-Centro esta, precisamente por su nombre (Centro: mitad, lugar de reunión, de nacimiento: vagina y pene y río y tierra y fuego y aire), en esto? Esto entendido como: masa hipotéticamente plasmada en pliegos de hojas blancas escritas con una caligrafía fina que dicen: A, A, A. Sí, temor de que de la A la mano pase a la Z, pero ¿y si en la Z es precisamente donde se encuentra el últimoestadiodelaconciencia? ¿Qué es el intelecto si no nos deja indagar en los otros para descubrir el porqué de sus razones? ¡La empatía! (y se desmorona ese cielo). Temor de lo infinito porque solo juntando, por ejemplo, Hamlet y Motomami podemos entender una vertiente nunca conocida: cambio: cambiar es cambiar es cambiar: ambos laberintos que se intrincan. ¡Basta! Me aprisiona el temor de pecar: ¿pero no serán ellos los que pecan al no entender que el arte es subjetivo: que Góngora lo es cuando Yo lo decido? (Y es que es aquí donde se acaba mi Infinitud: mátenme lentamente para desangrarme sobre flores en pleno crecimiento). ¡Es tan difícil esto! El Verbo: veneno. Solo el cuerpo comunica. ¡Mátenme! (y en realidad quiero decir: es domingo, es domingo, es domingo). Juego de niños: decir polares para referirme a un campo moteado de blanco y amarillo. Juego de niños: decir buenas noches para decir esta noche tal vez sea la noche, tal vez la ala negra cubra mis fosas nasales. Juego de niños: decir que digo buenas noches como expresión paralela a un deseo que no poseo porque temo a la noche del frío y me quiero quedar siempre en esta orilla, oliendo flores y viendo el sol salir una y otra vez. ¡Que se mueran todos y me dejen solo! Me sentaré a escuchar mis álbumes favoritos (cada uno parece tener su tiempo: uno al atardecer, otro a la tarde, otro a la mañana, otro al amanecer, otro a la noche), a leer mis libros favoritos (y todos los que existen porque tengo un hambre de letras, de otras voces (álbumes, libros, películas, pinturas (palabras disfrazadas de imágenes) que me busquen y me encuentren: me es fácil encontrarme cuando alguien me descubre), a ver mis películas de siempre. Y todo esto mientras espero (sí, esperar mientras se marchitan y mueren y nacen otros) el amor que me besará una mejilla y luego se sentará a mi derecha a gobernar nuestra pequeña Iglesia Apostólica del Amanecer cada vez más lento, del Centro nunca hallado, del Corazón en otoño. |
Texto agregado el 20-03-2022, y leído por 123 visitantes. (0 votos)
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