Mirándote en la caricatura de tus ojos
se leen los mensajes rosa de tu adolescencia,
se estudia en la perlada lámina tu sombra
que al deslizarse de su carril se estremece
como un papel atrapado en el fuego de óleo.
Colores y más colores yacen inmóviles,
forjando las pisadas desenfrenadas y rotas
que al escribir sin precisión quedaran fuera
del brocado que cubre tu cabellera de bronce.
El ocaso me dejó sin el verde de tus ojos,
sin la tersura de la piel entibiada de uvas,
sin el sabor de tus labios rojos entreabiertos
muriéndose al final la catedral de tu alma.
Es un poema que recuerdo hoy.
A-M-R
Texto agregado el 17-03-2022, y leído por 138
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