Del pasado sólo puedo agradecer. Estoy y me siento feliz de haber tenido y experimentado situaciones y momentos con personas que me ayudaron a comprender lo bonito que es vivir, el valor que uno tiene como persona y lo que tanto vale la pena vivir cada segundo de vida plenamente y feliz.

Hoy después de dos años y cinco meses, vuelvo a sentir lo mismo. Vuelvo a sentir que valgo mucho para mi familia, que mi amistad es algo valioso, no es efímera, es fuerte e indestructible. También volví a sentirme deseada, a sentirme querida por una persona, a sentir el deseo de volver a besar y sentir la piel de alguien más y no la de una persona que ya no existe, que sólo está en mi memoria, es un sentimiento lindo y agradable.

¿Quién soy? No lo sé, quizá soy un ser humano más en el mundo, o quizá soy el mundo entero para alguien, no lo sé. Soy sensibilidad, soy pasión, soy vulnerabilidad, soy resiliencia, soy fortaleza; me considero una persona capaz de soportar muchas situaciones, vulnerable al daño emocional pero jamás al daño físico.

No soy una mujer de fe, la perdí hace algún tiempo, cuando me sentí desamparada por Dios, desde aquel día no le sirvo, no sigo su camino, camino sin rumbo, por mi propia cuenta, me he convertido en una amante del presente sin tener un guía, me convertí en alguien que no quiere regresar la mirada a su pasado ni adelantar miradas al futuro, por miedo, porque lastima, porque duele.

Me derrumbo, me abrumo de muchas maneras, cuando me cuestionan, cuando me presionan, por ejemplo, ¿Qué quieres hacer? ¿Cuáles son tus sueños? ¿Qué es lo que más amas? ¿Qué es lo que te apasiona? ¿Para qué eres buena?. Es bueno detener el mundo en ese preciso momento, dejar aquella escena y simplemente salir a caminar, de esa manera emanas tantas emociones positivas para tu vida, llegan sentimientos efímeros y recuerdos esporádicos donde fuiste muy feliz, tu vida se reinicia, eso me hace sentir útil, me hace sentir fuerte, me hace sentir viva.