Otro texto antiguo.
En la calle hacía un clima terrible: llovía con furia, el viento helado calaba hasta el alma. Alicia decidió quedarse en casa, leer una buena novela o escribir algún cuento de ésos que tanto le gustaba inventar. Prefirió lo último. Tomó su cuaderno de notas, un bolígrafo y se dispuso a escribir. La idea había surgido días atrás, cuando una amiga le contara de la lectura de algunos mitos griegos; sobre todo el de Jasón y los argonautas, de cómo Jasón le rogó al roble parlante que lo auxiliara para recuperar el trono de su padre. El roble le aconsejó visitar a Argos, un constructor de naves. La amiga mencionó entonces, hojas de árbol susurrantes que develaban secretos en murmullos. ¿Qué pasaría- pensó - si un niño huérfano descubriera en el jardín de la casa hogar donde vive, un árbol como ése, que le contara cosas muy quedito, lo ayudara con sus tareas y le diera buenos consejos? Como lo hacen los papás. El árbol podría convertirse en su mejor amigo.
Estaba a punto de poner la primera palabra sobre el cuaderno, cuando algo o alguien, le susurró suavemente al oído:
-No… no lo hagas…
Se espantó. Con rapidez volteó hacia todas partes; pero no vio ni escuchó nada más. Estaba segura que una voz indefinible le había murmurado aquello.
Su cuaderno tenía ya muchas hojas escritas, las había llenado a lo largo de innumerables días y nunca le pasó nada como lo que acababa de suceder. Desconcertada, intentó escribir otra vez. No logró colocar ninguna letra porque la voz anterior la conminó de nuevo:
-Quema tu cuaderno. No escribas tonterías, ya estás bastante grandecita para andar escribiendo diarios.
Alicia casi se vuelve loca. Quien estuviera detrás de aquel plan maquiavélico para asustarla, lo estaba logrando.
- ¿Quién eres? - dijo, - ¿qué quieres de mí?... ¿Dónde estás?...
-Aquí, dentro de ti, en tu cerebro.
- ¡Estás loco!... ¿eres el demonio, un fantasma o qué?...
- Soy tu misma. Tu inseguridad, tus miedos, tus monstruos internos, los que no te dejan hacer ni decidir nada, los que te impiden crecer.
- ¡Mientes!...
- Es la verdad. Haz una prueba y verás lo poquita cosa que eres, menos que nada.
Intentó escribir de nuevo la primera palabra sobre su cuaderno de notas; aunque nada ni nadie se lo impedía, no logró hacerlo. Algo intangible más fuerte que ella, no la dejaba comenzar.
Angustiada, reflexionó. Si de verdad aquella extraña voz era su miedo, todo dependía de ella, de lo que verdaderamente quisiera hacer. Decidida a todo, poniendo su mayor voluntad, dijo en voz alta:
-Tú no tienes poder ninguno sobre mí. Seas quien seas, no me vas a impedir nada. Ni escribir, ni tomar decisiones… mucho menos crecer.
Así Alicia, bolígrafo en mano, escribió sobre la blancura de una hoja de su cuaderno:
“Había una vez un niño huérfano, que conoció a un árbol de hojas susurrantes y se hicieron íntimos amigos…” |