No se murió el amor parte 19

Los bomberos apagaron el fuego después de cuatro horas de incendio. Sheila gritaba desesperada porque los bomberos no encontraban a su hijo. Eliseo estaba en el lugar, presenciaba la desgracia de Sheila. Nacho iba en camino al bar mientras que Alan se quedaba con Esmeralda y la nana.
-Señora. Los peritos ya hicieron su trabajo, pero el ministerio público se encargará de entregarles un informe. Y de las doce personas que quedaron atrapadas, están muertas.
Para Sheila fue un duro golpe en el pecho. Grito hasta desgarrar su garganta. Nacho llegó al estacionamiento del bar y vio cómo todo eran pedazos de lámina, tubos, cables y luces.
- ¿Qué pasó? – preguntó alterado.
-Nacho, Nacho – dijo llorando Sheila – Gael se quedó adentro. No pudo salir.
-Pero ¿Cómo es posible? Deben seguir buscando.
-Ya lo hicieron. No hay sobrevivientes – dijo Eliseo.
-No es posible.
Horas después regresaron al rancho, Sheila necesitaba descansar. Nacho se comunicó con Alan para darle la terrible noticia.
Pasó una semana para que Sheila saliera de la recamara y diera señales de vida. No quería comer, no pronunciaba palabra alguna. El terapeuta les dijo que le dieran tiempo.
Eliseo ordenó una misa en la catedral a nombre de Gael. Sheila miraba al piso todo el tiempo, no era capaz de mirar al frente, todo era negro para ella.

Tres meses después, Eliseo habló con Sheila. Ella había dejado su trabajo en la escuela y no salía de su cuarto. Sus ojos estaban hinchados, había bajado de peso y sus ilusiones estaban rotas. Eliseo quería verla bien y estaba dispuesto a ayudarla en todo.
La vio caminar por el jardín, cerca de la alberca, era la oportunidad perfecta.
-Me dijeron que te vieron salir del cuarto.
-Me estoy ahogado -dijo ella.
-Se te oye mejor la voz – aquel día, su voz se desgarró.
-Me duele menos…. La garganta.
-Lo sé ¿podemos hablar?
Ella no dijo nada, simplemente escuchó.
-Yo también perdí a una persona muy importante en mi vida. Ella y yo teníamos muchos planes, tener hijos, viajar, compartir una vida juntos, pero una terrible enfermedad se la llevó. Mis súplicas no me la regresaron, Blanca, mi abuela también se fue. La falta de ellas dos me obligó a continuar con mi vida, porque de eso trata la vida ¿no? de vivir.
El hombre hizo una pausa para tomar su mano.
-El dolor me hizo crecer. Cambiar. Ver a otro horizonte.
Recordó esas palabras, ella misma se las dijo a Eliseo aquella vez que regresó al rancho para cuidar a Blanca la abuela de Eliseo.
-Aprendí a ser más fuerte, a vivir cada instante. La vida me puso de nuevo a una excelente mujer. Eso no me lo puedo perder.
Ella intentó sonreír, esas eran las justas palabras que ella le diría a algún paciente. Eliseo extendió sus brazos y la recibió con mucho amor.

Continuará…