La verguenza
Desde pequeño fui entrenado para perder la verguenza, mi mamá sin mal animo, me puso disfraces bastante ridiculos, pues mi corta edad lo exigian, ahí empezó todo.
Uno de mis primeros disfaces fue el del "chapulin colorado", un superheroe sin poderes efectivos, y con una particular forma de resolver los preoblemas ajenos.
Más tarde a eso de finales de los ochenta, no faltaron en mi ropero esas prendas dignas del estilo reinante. Una completa verguenza.
Cuando crecí y era un puberto, aún más verguenzas se asomaron, y aveces estoy seguro que no fueron por culpa mia. Cuando a las "niñas" les empezaron a crecer aquellas formas femeninas, no pude ocultar una evidente erección en público.
Pues la cosa fue avanzando, y otra de las primeras verguenzas, es el famoso "NO" que nos pronuncian alguna vez, y que al pricipio es una completa desventura.
Hay más verguenzas, tambien con las primeras salidas hay las primeras borracheras, acompañadas de acciones poco dignas de un ser humano cuerdo. Vomitar sobre la persona que a uno le gusta es una verguenza.
Otra ruptura con la verguenza, es el primer desnudo. Nadie exepto familiares cercanos lo han visto a uno desnudo (y cuando se era bebe). El primer polvo se une con la primera pena que es revasada por el deseo mismo.
Más allá de ese punto mis verguenzas han aumentado, y son las combinaciones de anteriores verguenzas, desnudo y borracho, o Chapulin y erección en fin.
Como me dijo una señora muy decente cuando en una de mis embriagdas me escuho cantando (que por cierto es también una pena) y me dijo: Callese sinverguenza. |