Me pregunta que de dónde invento tantos cuentos. Les digo que no hay nada nuevo bajo el sol, que lo escrito por mí, solo tiene mi olor, otros en el pasado me han legado y aun otros, quizá miles escribieron lo mismo. La niña me hace sonreír, cuando me dice que si deseo estar en los libros de literatura. Le refiero que conozco muchos que escriben mejor, que tienen reconocimiento social, que sus libros están en los estantes de librerías y bibliotecas y que aún ellos, podría suceder que dentro de cien años nadie se acuerde de ellos. Algunos lo saben y su don de compartir y sencillez es motivante. Otros se hacen engreídos y hasta groseros. Entonces ¿por qué escribe? Escribo para espantar a mis demonios, para soltar mis deseos o amargura, me gusta llenar con palabras la hoja blanca. Entonces, aún escribiendo muy bonito (conste lo dice la niña) no siente el deseo que su nombre y alguna poesía formen parte de la historia. ¡claro que no, mi nena! Tomó sus notas y se fue, a entrevistar a otro (hay millones de escritores) El tiempo me ha a dado la razón. Llevó quinientos años yendo a bibliotecas, hemerotecas y de las gentes que conozco, alguno que otro se me hace conocido. Hipócrita me dice mi ego, sé bien que te buscas, pero no estás.