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Me llaman psicópata, no lo soy, soy una asesina, pero tengo un por qué. No niego lo que hice, sé que no es correcto, pero si pudiera volver atrás, volvería a hacerlo y eso no quiere decir que no tenga sentimientos, que no sea persona o que defienda el asesinato o la muerte.

Me fui de casa con 15 años, mi padre me pegaba un día sí y otro también y, en cuanto reuní algo de dinero, me marché a vivir con una amiga que era algo mayor que yo. Un año más tarde conocí a Enrique. Era el primer hombre, bueno, decir hombre a un chiquillo de 16 años creo que es demasiado, era la primera persona con la salía. Enrique sabía lo que era mejor para mí, o al menos eso pensaba, por eso me quitaba el móvil para que no recibiera las llamadas de mis amigas preguntando si salíamos por la noche, cogía mis llaves de casa, para que renunciase a salir o, en su defecto, él me escuchara cuando volvía a casa…cuando alguna vez hacía lo que se me apetecía me ponía mala cara, así que, como el perro al que pegan cuando no hace sus necesidades en la calle, aprendí a no hacer nada que pudiera disgustarle; una mala cara significaba que eso no era bueno.

La cara se le fue alargando…también la mano. No recuerdo el primer día que me pegó, creo que fue cuando le dije que me había quedado embarazada. Yo tenía ilusión por llevar dentro de mí algo nuestro, algo de los dos, el futuro número tres de la familia, pero él, prefería los números pares y así me lo hizo saber con sus golpes; no perdí el niño, porque a conciencia, ninguno de sus golpes fue a parar a mi barriga. Cuando el doctor arqueando una ceja me preguntó qué había pasado, le contesté “Estaba medio adormilada cuando llamaron al teléfono, tropecé con el cable y…”.

Mi piel dejó de ser blanca, de ser inmaculada, se cuajó de tonos rojizos y morados, también amarillentos, como amarillas eran las cuatro paredes que me hacían de cárcel. Una cárcel de dolor.

“No vales para nada…la gente no te creerá…además, puedes irte de casa cuando quieras, pero sabes que no vas a conseguir trabajo, porque no eres capaz de hacer absolutamente nada…eres mía y de nadie más” ésta era la nana que resonaba en mi cabeza cada noche cuando me iba a la cama.

No siempre fue así, en eso tiene usted razón. Cuando nació nuestro hijo todo cambió: Enrique no salía tanto, creo que dejó a su amante o, al menos, dejó de verla. A veces, salíamos, adonde él quería, pero, por lo menos, salíamos.

Cuando los amigos de Enrique vinieron a casa a ver a nuestro niño, todos me decían “ay que ver, chiquilla, tienes un marido que no te lo mereces ¿no te quejarás, no?”. ¿Quejarme? ¿Para qué? ¿Acaso alguien escucha los gritos silenciados?

Pero la gente viene y se va, fluyen y es poco lo que queda estancado, lo que queda es lo que había o mejor, lo que hubo desde un principio. Más golpes, más insultos, más vejaciones; me cansé de pedir que no lo hiciera, ahora tan sólo suplicaba por que lo hiciera en silencio para no despertar al niño. Si en algún momento tenía la más mínima decisión de acabar con todo, me las frenaban sus palabras “si te vas, el niño se queda conmigo”. Mi niño…con un monstruo.

Yo no soy una asesina o quizás sí, porque lo asesiné, pero lo haría una y mil veces…cuando vi esa puerta entreabierta y ese monstruo echado sobre mi hijo, no lo dudé. Lo maté como un animal, porque eso era; un ser humano no es capaz de hacer eso, un padre no hace eso…no debe…no puede. Cada puñalada, cada corte, era una palabra mía no dicha, una explicación nunca pedida, un insulto jamás respondido, una patada más justificada que las suyas.

Dicen que la justicia existe, otros dicen que Dios existe, yo ya no creo en nada.

(BASTA YA, NO MÁS VIOLENCIA DE GÉNERO)

Texto agregado el 07-10-2004, y leído por 512 visitantes. (24 votos)


Lectores Opinan
26-09-2005 MI amiga, me has dejado helado, cada vez que te leo te descubro una fasceta nueva y todas geniales y super interesantes, charlaremos sobre esto mas tarde, no te quepa duda, cariños y estrellas PsichoChaman
22-06-2005 Por lo que veo esto es una narración, dá mucha pena que todavía sucedan estas cosas. ¡Bien por la denuncia! Peter_6
31-05-2005 exelente amiga, me alegro que haya matado a enriquito hijo de... pero siempre he visto algo en mi vida, las mujeres a veces les gusta ser maltratadas y veo que mientras mas les pegan más se enamoran, me gustaría que fueran todas iguales y que al primer contacto físico desaparecieran o hicieran desaparecer a esos poco hombres, pero es duro. conosco muchos caso por que también soy feminista y todos son duros para entender. en fin 5* y felicitaciones por tu intención, pero todo parte por la crianza de las mujeres. mateoroquesk
17-02-2005 tienes toda la razon del mundo, pero lamentablemente esto no es un cuento, es una verdad diaria q pasa continuamente, yo tb estoy estoy contigo! no a la violencia domestica!! haydee
19-01-2005 Efectivamente.... no más violencia de género, POR FAVOR, YA ESTÁ BIEN... pero, ¿qué es justicia y qué no lo es? no digo q cuando se mata a un violador o a una persona que maltrata a otra o simplemente matar a un asesino, sea injusto (relativamente hablando), claro q no, pero tp es justo, no se si me explico... Pero bueno, una vez mas, vuelvo a decir q todo es tan relativo.... El texto me gustó, ya me imaginaba más o menos el final, pero como todos tus textos, enganchan por la sencilla razon de la forma en la q estan escritos.. Y sí, tb grito contigo... BASTA YA Sidd
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