Caminamos de la playa hasta casa.
cada paso nos cuesta, son espesos, reflexivamente arenosos y calientes.
Se me trancan los pies; entonces me empujas vos, otras lo hago yo.

Pero damos pasos, caminamos y se avanza.
Miramos para atrás, nos sentamos a matear y volvemos a ver el mar.

A veces extraño la vida normal.
No te voy a negar que dos por tres, esta me duele.
Es la vida que se está expresando.
Son los cambios que están pasando mientras vamos de la mano.
¿Como se puede cambiar tanto, en tan poco tiempo? ¿Cuándo fue la última vez que tuve tantas ganas de cambiar y comportarme distinto?
No sé, pero vale la pena. Se que vale la pena ---> dejarse llevar.


¡Duele, puta madre como duele!

Ahhhh pero alivia también! ¿Ves? y que bien se siente.
Apretá. Si ahí mismo. Es por ahí: poco más a la izquierda, no no, ahora a la derecha, para, apenas hacia abajo.
¡Mierda! dale que salga todo!
Gracias, muchas gracias.
Ahora respiro mejor, afuera viejos callos aferrados del alma.

-Hoy no tienes razón de estar-
prefiero cuidar la cicatriz que me vas a dejas, a seguir alimentando tu dureza infernal.

Me miro y me desconozco,
y esta vez, me conozco en vos.




Brian Verdier