Era un viaje muy especial y se desarrollaba solo una vez al año. Un solo viaje, un solo avión, y la compañía tenían reservadas todos los lugares incluso 2 años antes. La lista de espera superaba 3 veces la capacidad del avión y era muy raro que se pudiera acceder a este acontecimiento. Solo una vez se dio, por motivos póstumos de un viajante que quedo un lugar libre y así fue, para su fortuna, que Lucas Galarza pudo viajar.
Él se consideraba eternamente agradecido a Marck Rinaldi, un joven empresario de 57 años, oriundo en la ciudad de Nebraska que por un ataque al corazón, mientras disputaba un partido de hockey sobre hielo, paso a mejor vida o eso quería creer Lucas, ya que él, estaba agradecido por la desgracia ajena.
Lucas siempre fue un buscador de aventuras exóticas y cuando le llegó vía mail esta propuesta, no dudo ni un segundo en inscribirse. “Viaje a través del mundo en un minuto” “Vea el año nuevo en diferentes ciudades al mismo tiempo” eran parte de los slogans que se iban desplegando en su pantalla al ir pasando las imágenes de un pequeño video presentación de 30 segundos. La experiencia era tan única como increíble y no permitía ningún agregado más que la frase y alguna foto. Solo había información del menú de festejo y la hora de salida, además de un cartel que decía “PAGUE AQUÍ” en letras negras y con fondo verde.
El lugar citado era en el salón donde se encuentra un águila gigante, previo a la zona de check in, en el aeropuerto internacional de Wellington, Nueva Zelanda. La fecha, era el 31 de diciembre a las 22: 00 hs (local) o sea a las 7: 00 de Argentina del mismo día.
Al llegar al lugar citado, luego de un viaje de 27 hs, mas unos 5 días para recorrer la ciudad, se encontró con un centenar de personas.
- Are you here, for a New Year trip? - Preguntaba Lucas a una pareja inglesa que estaba mirando la hora.
- Yes, of course!!! You too?- Respondieron en un tono más amigable.
- Yes.- atino Lucas a responder
Justo en ese momento, un señor de unos 42 años, remera blanca con una inscripción en letras coloridas que decía “el viaje del nuevo año” y una bermuda de color beige muy clarito, se para arriba de una pequeña tarima y empieza a mirar a todos nosotros. Una vez que capto nuestra atención, empieza a leer los nombres de una lista que traía con él. A medida que cada uno se identificaba, hacia una fila organizada por una azafata donde les pedía la documentación correspondiente y los hacía formar otra fila para el ingreso a migraciones y al avión.
Los nervios y la alegría de ya estar a punto de abordar el vuelo, se notaba en cada uno de las 356 personas que adquirieron su pasaje.
Lucas, se acerca a la azafata, le alcanza su DNI y demás documentación, mientras lo guía a las escalinatas del avión. Ya estaba ahí, ya faltaba menos para esa experiencia. La felicidad, alegría, ansiedad y la curiosidad de saber que iba a pasar eran palabras que se transmitían en cada uno de los pasajeros.
- Bienvenido a nuestro viaje Lucas- Se le oyó decir a una de las 6 personas que estaban recibiendo a la gente, en la puerta del avión. El saludo era personal y en el idioma de origen de cada pasajero. Un detalle que sorprendió y gusto.
Esa misma azafata, acompaña a Lucas a su asiento, mientras le va hablando en un perfecto castellano y cada tanto le saca alguna sonrisa de las cosas que le iba diciendo. Ella lo hizo sentir más como en casa, acordándose a los acomodadores de la calle Corrientes, pero mucho más agradable. Al llegar a su asiento, el 27 C, ubicado detrás del ala del Boeing 787 y del lado del pasillo. Se encuentra con varias bolsas que estaban identificadas con su nombre y una letra que estaban ordenadas de manera alfabética. Lucas quería abrirlas pero también su curiosidad y el ser correcto hacia que quisiera esperar a que le indicaran cuando abrirla y de esa manera sorprenderse en cada momento. Él decía que “la ansiedad te deja sin sorpresa” por eso Lucas, prefería matar esa ansiedad y disfrutar la sorpresa en el momento que tenga que llegar.
- Queridos pasajeros, le damos gracias por elegir nuestra empresa para viajar y bienvenidos a un viaje muy especial. Bienvenidos al viaje de año nuevo- se escuchaba por los parlantes transmitido por el comandante de abordo el Sr Martin Bluckberry.
- A continuación les vamos a mostrar las medidas de seguridad- seguía el Comandante, mientras a medida que las iba explicando, en la pantalla aparecían cada una de ellas en 5 idiomas diferentes (de acuerdo a los pasajeros) y mientras las azafatas, distribuidas en el avión, las repetían de manera visual. El que había viajado, ya las conocía, como también sabía que era parte del protocolo de viaje.
- Abróchense los cinturones que en 5 minutos comienza un viaje inigualable, el viaje de fin de año o de año nuevo, como ustedes lo quieran llamar.- Al terminar esas palabras se escucha un griterío generalizado. Una explosión de alegría contenida.
En las pantallas del avión, empieza a sonar una música y un timer que marcaba una cuenta regresiva para que despegue el avión.
El reloj marcaba las 23:45 minutos del día 31 de diciembre del 2019.
Una vez que despegó, la pantalla se apaga, mientras un cronometro aparece con números que abarcan casi toda la pantalla. No había música. Solo marcaba las 23:58 y por los altoparlantes.
- Señoras y señores, ya pueden desabrochar los cinturones y prepárense para el comienzo de varios años nuevos.- El comandante de abordo, nuevamente al habla, mientras las azafatas repartían copas de champagne vestidas con ropa típica Maorí.
En la pantalla, las 00 00 hs se celebra con un grito de júbilo, un feliz año nuevo y un brindis con muchas personas desconocidas hasta ese entonces. En la parte derecha, arriba de la pantalla aparece el nombre de Nueva Zelanda, Fiyi, Tonga países que empiezan el año nuevo en ese instante. Lucas brinda con Jennifer, una mujer inglesa de unos 34 años y Linda, su amiga de la secundaria. Ambos estaban vestidos o más bien se habían puesto un cotillón, prolijamente guardado en una bolsa al costado de su asiento. La bolsa tenía la inscripción A.
Al cumplirse las 00:00 hs, en la pantalla principal, se observaba los fuegos artificiales y las imágenes más representativas de los países, donde ya había llegado el año nuevo. Dentro del avión, sonaba la música característica de la región y un cotillón para tal ocasión. Los abrazos, el baile, los brindis, la comida que se iba repartiendo. Todo relacionado al país que figuraba en la pantalla. Hacía que Lucas se sintiera como en su casa. Necesitaba esa experiencia. Necesitaba estar lejos, pero cercano de afectos.
Levanta la vista y tuvo su primer shock. En la pantalla figuraba las 23:45 min del día 31 de diciembre del 2019. Las imágenes se habían borrado y solo la pantalla negra con esa hora figuraba. No había música.
- Señor, me podría dar la copa y su bolsa?- la azafata amablemente le estaba hablando.
Él, aun no entendía, tan poco había durado la fiesta. Mira a su alrededor y muchos de los pasajeros discuten con la azafata por ese tema. Sabían que el año nuevo es instantáneo y que no se festeja más de 10 min, pero en este caso, Lucas y los demás, querían seguir.
- Señores pasajeros, les solicitamos que le hagan caso a su azafata y permanezcan en su asiento por un tiempo. Habrá turbulencia.- Dijo el comandante de abordo, palabra mágica para que todos le hicieran caso y las azafatas limpiaran y retiraran lo más posible, los elementos del año nuevo de Nueva Zelanda, Fiyi y Tonga.
Lucas medio ofuscado, pero aun contenido en su borrachera, hizo caso pero renegando internamente. La azafata le saca, casi a los tirones, la bolsa A con el resto del cotillón y cruzan la primer mirada de la noche. Aunque fue una mirada no muy amigable.
En 5 minutos el avión quedó como si no hubiera pasado nada. Limpio y ordenado. En la pantalla se observaba 23:58 y una cuenta regresiva aparece. De fondo se veía el kremlin y un montón de gente cerca de él.
10, 9, 8…..1 se escucha dentro del avión. Feliz Año nuevo!!!! Un cartel gigante aparece en la pantalla que dice с новым годом (feliz año nuevo en ruso), mientras los fuegos artificiales empiezan a verse alrededor del Kremlin. En cada uno de los asientos las copas de champagne con sus respectivas bolsas de cotillón. Había mamushkas de plástico fosforescentes, guirnaldas con luces, los anteojos 2020, silbatos, etc.
Las azafatas pasaban con una bandeja llena de bebidas (vodka y champagne, entre otras) y de comida típica (Pelmeni, Borsch, entre otros) que los depositaban en algunas mesas para que los pasajeros se deleiten. Las azafatas estaban vestidas con ropa tradicional rusa. Llevaban un “sarafan” vestido largo de color rojo o azul con guardas de diferentes colores desde abajo hasta la zona de la pelvis. En la cabeza llevaban puesto un Kokoshnik una especie de corona de tela, tipo cresta, de color rojo con guardas y flores armadas con piedras y una especie de red blanca que le cubría la frente. Una vez que dejaron las bandejas en las mesas, se unieron en hilera y empezaron con el típico baile ruso. En cuclillas, con los brazos cruzados y al grito de hey hey hey, levantando cada una de las piernas. Atrás de ellas, estaban los pasajeros imitándolas.
- Happy new year.- se le escuchaba decir al unísono a Jennifer y a Linda, mientras buscaban a Lucas e intentaban hacer un pasito de baile ruso, en cuclillas, brazos cruzados y levantando una pata a la vez, hasta que la carcajada se apoderó de ellos y terminaron los tres en el piso.
- Happy new year.- Respondió Lucas, soltando una carcajada, pero sin soltar su copa de champagne.
El avión había sido adaptado para este viaje. En la parte de adelante como en la parte media, se encontraban unas pantallas gigantes que iban marcando la hora, como también transmitían las imágenes correspondientes a cada lugar que iba celebrando el año nuevo. Contiguo a las pantallas, una especie de pista, que oficiaba de lugar de baile o de show o simplemente lugar para estar parado charlando con otros pasajeros. Alrededor de la pista, había una serie de 7 mesas, 3 en cada lado y la séptima en el extremo opuesto de la pantalla. Cada mesa contenía comida tradicional de las fiestas (garrapiñadas, turrones, pan dulce) como también comida tradicional del país en cuestión. Las bebidas eran dejadas en la mesa para que los turistas podían servirse continuamente y hacer su segundo, tercer o vaya a saber qué número de brindis. Cada mesa era levantada y ordenada después de los 15 minutos de pasado el año nuevo respectivo. Como también servida, a las 00 01 de cada país transitado, previa al show tradicional.
Ya habían pasado 30 minutos de aquel festejo de fin de año y Lucas, junto a Jennifer y a Linda, estaban tirados en sus asientos, intentando recomponerse de los dos festejos anteriores. El salón estaba completamente limpio, como si nunca hubiera habido nada y en la pantalla, solo el reloj que confirmaba las 00:30 del día 01 de enero de 2020.
Después de unos instantes:
- 10…9….8….- Gritaban un grupo de 20 pasajeros aproximadamente. Lucas no entendía cómo podían estar tan despiertos y activos a un nuevo festejo.
- Feliz año nuevo!!!!!!!!!- gritaban mientras se escuchaba el sonar de las copas en un brindis eterno.
En la pantalla aparecía 明けましておめでとうござ 356;ます (feliz año nuevo en japonés).
Una música característica sonaba e iban pasando las diferentes ciudades japonesas con sus festejos respectivos. Para Japón, el año nuevo simboliza alegría y jubilo. Así pudo divisar Lucas y sus acompañantes a las azafatas mientras hacían un baile tradicional oriental. Además de Japón, Corea del norte, Corea del Sur e Indonesia festejaban su año nuevo.
El sake era la bebida preferida para los pasajeros, mientras que la comida era servida en cuencos. La sopa de verdura o los fideos (símbolo de la longevidad) eran rechazadas por los pasajeros. La cantidad de bebida y comida consumida en esa hora aproximada de vuelo, pero ya con 3 festejos de año nuevo, hacia que el estomago de cada uno, necesitara un descanso. El alcohol también había empezado a surtir efecto y Lucas como Jennifer y Linda, hacían palmas e intentaban subirse a un asiento para imitar la danza japonesa, pero el suelo les sentaba mejor. Ya no sabían si era el 31 de diciembre o el 1 de enero y que país era el próximo en festejar. Hacia un poco más de una hora que estaban arriba del avión pero necesitaban un mini descanso.
Japón los había despertado de un sake y estaban zombis de la borrachera.
A medida que transcurría el vuelo, los festejos se repetían y el viaje de ida y vuelta hacia un pasado cercano hacia que los pasajeros estuvieran un poco mareados. El alcohol también ayudaba y el descanso era imposible. Así fue que en el lapso de 2 horas o ese fue el tiempo que estimaron que había pasado, habían vuelto 3 veces al 31 de diciembre y festejado otras 3 veces el 01 de enero. En la pantalla se pudo leer chúc mừng năm mới (vietnamita) junto con สวัสดีปีใหม่ (tailandes)
Con unos minutos de diferencia se pudieron festejar el año nuevo en India, Sri Lanka y posteriormente en Afganistán, Pakistán entre otros. Aunque en estos países, al tener un calendario diferente, el festejo oficial del nuevo año se hace con el comienzo de la primavera, es decir, en marzo. Aunque la curiosidad de saber cómo es el festejo, se trasladaba a cada una de las personas. En la pantalla figuraba a medida que íbamos pasando al 01 de enero del 2020 y un cartel que decía, “por tema de calendario o religioso, no se festeja el año nuevo en” conjuntamente con el listado de países que íbamos pasando y no se festejaba, mostrando imágenes en ese instante de cada ciudad. Esos minutos, proporcionaron a los pasajeros unos instantes de descanso de tanto festejo y recomponerse para la segunda tanda. La más conocida por costumbres a la mayoría de los pasajeros.
Lucas, Jennifer y Linda, habían hecho un trío inseparable y en cada festejo se buscaban para poder celebrar de manera conjunta e intentaban imitar a las azafatas que hacían un baile característico de cada lugar. En las pantallas, lo único que se repetía eran los fuegos artificiales aunque los paisajes cambiaban completamente desde un país a otro. Ellos no sabían si era una puesta en escena, pero al ver que había personas que tenían algún distintivo del año entrante, entendieron que era en vivo. Las camisetas que decían 2020 (única parte que podía entender Lucas) los famosos anteojos luminosos donde cada uno de los ceros coincidía con los ojos. Eso era motivo suficiente para entender que no estaba grabado.
De repente se escucha un sonido que sacude a Lucas y al levantar la vista, ve
- 10, 9, 8, 7…… - Conjuntamente con los gritos de todos que acompañaban esa cuenta regresiva. Él también se unió y pensaba para sí, que país nos tocara ahora.
- Feliz año nuevo!!!!!!!!- Gritaban nuevamente. Esta vez una catarata de imágenes se pasaban por la pantalla, tan disimiles en sus paisajes como hermosos. Esta vez les tocaba entre otros países a Egipto, Zimbabue, Ruanda, Ucrania, Rumania, Turquía, Finlandia y Grecia.
Las imágenes eran tan impactantes que la mayoría de los pasajeros se quedaron atónitos viendo los fuegos artificiales alrededor de las pirámides o con la Acrópolis de Atenas de fondo o los edificios más simbólicos de Finlandia como de Ruanda. El año nuevo llegaba a muchos países al mismo tiempo y la curiosidad que les generaba era saber cuál de todos se iba a festejar.
ευτυχισμένο το νέο έτος se leía en la pantalla.
Esa pregunta les traslado Lucas a sus nuevas amigas, mientras las azafatas ingresaban al salón. El festejo griego había sido el elegido, aunque en el cotillón que entregaban, uno podía elegir que atuendo colocarse. No solo estaba el griego, sino también ropa característica turca, de Sudáfrica, rumana, entre otros.
Linda y Jennifer, seguían los pasos de las azafatas, atrás de ellas, mientras Lucas las miraba y seguía el ritmo de la música con sus palmas.
En la mesa, ya habían depositado una cesta llena de granadas, que en un pasaje de ida y vuelta de las azafatas, agarraron a Linda de la mano y se la llevaron. Al ingresar nuevamente al sector, Linda tenía que hacer explotar la granada con el pie. Mientras algunas de las azafatas repartían otras granadas a los pasajeros para que las hagan explotar en una pared falsa, construida dentro del avión para tal ocasión. Lucas la tiro con tal fuerza que un montón de sus semillas cayeron al suelo. Símbolo de buena fortuna.
Minutos después, los pasajeros bebían y comían las exquisiteces que habían servido. Mucho lugar en su estomago no había, pero al ser comida más conocida, no querían dejar de probarla. Ese momento estaba acompañado de un canto de villancicos por parte de las azafatas, símbolo de buena fortuna en la tradición griega.
Lucas se puso a hablar unas palabras con John, otro de los pasajeros, oriundo de Wisconsin, cuando:
- 10, 9, 8, 7…….- Algunos de los pasajeros seguían la cuenta regresiva de la pantalla y otros mareados por saber donde estaban y que día era.
- Feliz año nuevo!!!!! – gritaban al unísono, mas como si fuera un grupo de borrachos que repite la misma frase y brinda siempre por lo mismo (aunque en este caso fuera real).
La repetición del festejo ya había generado algo de fastidio entre los pasajeros y Lucas no era la excepción. De no terminar un festejo para poder empezar el otro, hacia que no se disfrutara, ni del show, ni de las tradiciones y las azafatas estaban como si fuera en una película en cámara rápida. Tenían que servir, hacer el show, limpiar, cambiarse para otro show y ahí empezar de nuevo. Lucas decía que era como un sketch de Benny Hill y eso le causaba gracia.
A eso se le suma que algunos de los pasajeros ya tenían problema de espacio temporal, por haber viajado continuamente desde el 31 de diciembre al 01 de enero, yendo y viniendo. El Dr. Viola, médico de la empresa, ya había medicado a varios de los pacientes por ese tema.
En un lapso de 20 minutos, ya se había festejado 2 años nuevos diferentes que involucraba varios países de Europa y África. El primero comprendía países como España, Alemania, Francia, Países Bajos, Italia, San Marino, Nigeria, Camerún, Túnez entre tantos otros. En la segunda etapa, comprendía los países más cerca del océano antártico. Reino Unido, Portugal, Irlanda, Marruecos, Ghana, Islandia, Burkina Faso, entre otros.
Yo ya estaría cansado y un poco aturdido. Y eso también le pasó a Lucas, harto de viajar en el tiempo, de ir y venir en un día y de no terminar con el año nuevo, decidió hacer algo completamente fuera de todo lo planeado. Sabía que prontamente el año nuevo llegaba a Sudamérica, especialmente a Argentina su país de origen.
Las fiestas dentro del avión, el show de las azafatas, las comidas tradicionales y aspectos culturales, ya lo habían cansado. Llego a un hartazgo que su malhumor se notaba en cada contestación, en cada palabra. En agarrar las botellas de champagne y tirarlas contra esa pared falsa, que instantes anteriores se usaron para reventar las granadinas.
- No quiero más el 31 de diciembre!!!!!!! Quiero que sea el 01 de enero!!!!!!! – Empezó a gritar mientras algunos pasajeros se iban acercando hacia donde él estaba, con gritos similares. Otros estaban tirados por la borrachera, sin poder entender la rebelión que se estaba armando. Y un último grupo de pasajeros que con palabras suaves, donde estaba el personal a bordo, también se iban acercando para intentar apaciguar una situación casi incontrolable.
En la pantalla se observaba nuevamente la cuenta regresiva, pero esta vez sin que nadie lo notara. El feliz año nuevo mostraba imágenes de Rio de Janeiro, con el Cristo Redentor de fondo y los fuegos de artificio que iluminaban el mar y los buques ahí apostados. Brasil y Uruguay estaban celebrando su año nuevo, la llegada del 2020. Nadie dentro del avión se pudo percatar de lo sucedido, ya que una pequeña batalla campal estaba aconteciendo, donde volaban sillas e incluso algunas mesas con los pan dulces y turrones, que algunos pasajeros intentaban agarrar para satisfacer su hambruna. Otros utilizaban las garrapiñadas como balines y eran su arma de guerra para atacar a su contrincante. Muchos pasajeros tenían moretones debido al golpe de tal comestible.
El bando de Lucas iba tomando más fuerza y arrinconaba a sus oponentes. Las granadinas sobrantes, como los wok con fideos, hicieron que el bando contrario se fuera atrincherando en la parte trasera del avión.
Una vez reducido y controlado al personal de abordo, fueron por más. Vieron su oportunidad y decidieron secuestrar el avión. Al grito de “nos queremos bajar, no queremos volver atrás” se fue trasladando un grupo de 10 personas, con Lucas a la cabeza, para dirigirse a la cabina. Del otro lado, se escuchaban los gritos de suplica, de protesta y de impotencia por no haber podido defender su avión, ni calmar la situación. Ellos estaban custodiados por un centenar de pasajeros, que hartos de festejar el año nuevo en cada meridiano y de cada país, querían bajar en Buenos Aires y decir adiós a tal pesadilla.
Cuando Lucas arribo, a la cabina, se sorprendió la poca resistencia que tuvo para poder ingresar, pero más lo sorprendió fue lo que vio. La cabina estaba vacía, no había ni piloto, ni copiloto. Los instrumentos de aviación estaban todos apagados y al acercarse para ver por el parabrisa del avión pudo distinguir que estaban en tierra. El avión nunca había levantado vuelo, había sido todo un gran simulacro.
Lucas activo las puertas y uno por uno de los pasajeros fueron bajando. Ellos estaban en el aeropuerto internacional de Wellington, Nueva Zelanda. Eran casi las 15 hs del 01 de enero del año 2020. Habían viajado sin viajar por el año nuevo de todo el mundo.
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