He conocido a un hombre, hace un par de años, que siempre terminaba embroncado. Me hacía acordar a la canción de Pedro y Pablo. Le daba bronca su casa, su mascota (tenía un gato que había adoptado hace 2 años), bronca en el trabajo y de sus compañeros. Las broncas más sensibles e idealistas, cómo puede ser la pobreza, la paz, la mentira. Las broncas las podía clasificar depende el lugar de donde vengan o la importancia que tuvieran.
Broncas injustificadas, las llamaba cuando empezaba a tener bronca a todo pero sin saber el porqué o que motivó que se sintiera así.
Bronca deportiva, generalmente era contra un juez o contra un equipo o persona adversaria por el simple hecho de estar contra él.
Bronca animal: cuando la bronca era tal, generalmente por algún hecho concreto, que tenía que irse de ese lugar porque sino se peleaba con alguien sin importar quién. Un día en el medio de una bronca de estás, empezó a discutir con un nene de 6 meses diciéndole que él tenía la culpa de la boleta de gas que estaba pagando.
Bronca colectiva: cuando era parte de un movimiento o le daba la razón a un grupo que protestaba por algo.
Bronca casual: cuando sin motivo y de la nada, empezaba a tener bronca por algo q pudo haber ocurrido en la calle.
Bronca con delay: cuando tuvo un recuerdo de algo que pasó hace un tiempo corto, pero se acordó ahora.
Bronca añeja: similar a la anterior pero en este caso el suceso pasó hace mucho tiempo y cada vez que lo recuerda genera bronca.
Podemos nombrar muchas más clases de bronca según Martín, pero no podemos dejar de nombrar y aunque fuera la menos utilizada
Bronca justificada: donde realmente pasó algo que justificara su bronca.
Por todo esto, Martín era un ser solitario, dónde las personas huían por miedo a una pelea o simplemente por no aguantar la cara de culo.
Después de mucha terapia y mucho conocimiento personal, hoy es un hombre alegre. Alegre por exceso, siempre alegre, una alegría tal que satura y que lo aísla. Una alegría que da bronca.
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