No se murió el amor parte 16

Las sillas y flores iluminaban el jardín. La casa lucia preciosa. Preciosa estaba Esmeralda que iba de brazo en brazo. Eran poco invitados algunos compañeros de trabajo, pocos amigos. Eran cincuenta y seis invitados.
El juez los esperaba en la sala. Se colocaron frente de él y comenzaron. El momento llegó y firmaron las actas.
Después de tantas cosas, la pareja por fin estaba casada. Nacho y Alan se dieron un dulce beso selló lo que nadie podía separar.
La luna de miel fue tranquila, los acompañaba Esmeralda. A su regreso decidieron que lo mejor era contratar una nana porque los dos no podrían cuidarla por el trabajo. Ellos ya habían resuelto sus vidas, pero Sheila seguía confundida, no sabía el rumbo de su vida junto a Eliseo.
No quería cometer los mismos errores de antes. Frecuentaba a Nacho y mantenía más comunicación con Gael.
-No te veo muy feliz – Nacho le dice sentado en la sala - ¿todo bien?
-Supongo – responde ella alzando los hombros.
- ¿Supones?
-Eliseo es muy buena persona. Nos ha brindado mucha ayuda, su casa…
-Pero no comparte tus fetiches.
-Así es.
- ¿Él ya sabe?
-SÍ. Se lo dije el año pasado. No pasamos de unos cuentos besos. Ya no tenemos sexo ni nada.
-No eres la única. Alan y yo no hemos tenido sexo desde que regresamos de la luna de miel.
- ¿Y la nana?
-Llega el lunes. No sé si pueda dejar a Esmeralda con una desconocida.
-Te acostumbras a dejarlos – dijo Sheila con amargura.
-No te flageles, eso debe quedar en el pasado. Ahora trata de recuperar tu vida. Habla con Eliseo. Invítalo a conocer más de cerca tus deseos más oscuros.
La mujer siguió trabajando en el bar. Estaba tremendamente sensual en el tubo. Los hombres la aclamaban. Fue un fin de semana cuando Eliseo se prestó para aquellos deseos oscuros que tenía la mujer. Terminó de visitar a los caballos junto con el veterinario, de pronto sintió la necesidad de verla desnuda. La curiosidad lo llevó a explorar sensaciones que no sabía que podía tener.

Continuará…