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El bosque encantado.

Felipe nunca imaginó que su madre cumpliría la amenaza de llevarlo a pasar los tres meses de vacaciones a la casa de sus abuelos si no aumentaba las bajas notas del año anterior.
Era el último año y debía esforzarse para poder entrar a la facultad el año entrante.
Es cierto que últimamente no había conseguido aumentar las mediocres calificaciones, pero al fin pudo llegar al promedio medio y pasar de año, aunque no se podía decir que, con honores, pero lo había logrado.
Su madre se lo había dicho mil veces, pero nunca le prestó atención, el celular y la computadora ocupaban todo su tiempo.
Y llegó el día, la casa de sus abuelos quedaba frente a un bosque y eso era todo, la ciudad estaba a varios kilómetros del lugar y ni que decir que Internet era una palabra desconocida para ellos lo mismo que computadora.
Le suplicó a su madre que no lo hiciera ir a pasar el verano con ellos, pero la última palabra siempre la tenía ella.
Y llegó el día, sus padres lo llevaron y lo dejaron al cuidado de sus abuelos quienes estaban muy contentos, aunque eran personas de campo y jamás demostraban sus sentimientos, ni siquiera con su único nieto.
La abuela le había preparado su dormitorio y le dijo que a las seis de la mañana se servía el desayuno cosa que Felipe no pudo asimilar, pero que creyó que era una broma, a las seis de la madrugada porque eso era para él, a esa hora estaría aún en su primer sueño.
El abuelo era un ex militar chapado a la antigua, sus palabras eran órdenes en aquella casa y su mirada, bueno, era preferible que jamás te mirara, porque cuando lo hacía bajabas la tuya sin chistar.
Sobre su cama estaba la lista que el abuelo había preparado para el día siguiente.
Felipe no salía de su asombro, aparte de levantarse a desayunar a las seis, debía bañarse y prepararse para los trabajos asignados para él.
Lugo de bañarse y vestirse adecuadamente debía dar de comer a los animales, recoger los huevos, ordeñar las vacas y al medio día estar en la casa para el almuerzo.
Trató de seguir las reglas, pensaba que su madre recapacitaría y en un par de días lo vendría a buscar.
Al medio día aún estaba tratando de ordeñar a las malditas vacas ya que nadie se molestó en enseñarle y no era tan fácil como lo suponía. Felipe era un muchacho inteligente y al ver que era imposible hacer algo que no podía ni sabía hacer decidió, un poco temeroso de su abuelo, preguntar cómo debía hacerlo.
Su abuelo le dijo que a esa hora ya tenía que haberlas ordeñado todas, pero si su madre nunca le había enseñado, era mejor que prestara atención ya que se lo mostraría una sola vez.
Pronto aprendía y luego de un rato ya tenía las cubetas llenas de leche algo que hizo sonreír a su abuelo sin que nadie lo viera.
Esa tarde la abuela le preparó un delicioso pastel de chocolate, igual al que hacía su madre y que a él tanto le gustaba. Esa noche se fue a dormir muy temprano y sin darse cuenta, quizá por el cansancio, ni siquiera vio los mensajes de su celular.
El día siguiente lo encontró aún en la cama y su abuela al ver que no bajaba subió a despertarlo.
Esa mañana encontró un papel escrito sobre su cama, eran las instrucciones que su abuelo le había escrito para las tareas del día, aunque eran las mismas que las del día anterior, por la tarde tenía libre ya que era sábado, podía hacer lo que quisiera menos ir al bosque.
Eso llamó su atención, pero no dijo nada, después del almuerzo salió a recorrer los alrededores a caballo, eso sí sabía hacer, montar a caballo era uno de sus pasatiempos preferidos cuando acampaba con sus compañeros de clase en otras vacaciones menos complicadas que esta.
Por supuesto que lo primero que quiso hacer fue ir al bosque y se encontró con un gran letrero en el cual se prohibía la entrada al bosque bajo riesgo de encontrarse animales salvajes o cualquier otra cosa.
Aunque parezca mentira, eso era lo que decía el letrero.
Está de más decir que a esa edad, encontrarse con un letrero que prohibía algo era lo más llamativo que hubiera visto jamás.
Dejando de lado sus temores, como era de esperarse, Felipe entró por debajo del alambrado que sostenía el dichoso cartel y entró al temido bosque.
Era muy espeso, aunque no pudo ver a los animales que supuestamente había y esto lo animó a seguir adelante, pero con tanta mala suerte que una pequeña víbora asustó al caballo que lo lanzó por sobre de su cabeza y el muchacho fue a parar a un lugar lleno de ramas las cuales, debido al impacto entre ellas, lo dejaron sin sentido.
Mientras tanto el caballo volvía a la casa sólo lo que llamó la atención del abuelo que de inmediato salió a buscarlo temiendo que la nota que le había dejado sobre no entrar al bosque hubiera sido contraproducente.
Poco a poco Felipe fue despertando ya que el golpe no había sido tan fuerte y sin asustarse aún se levantó y siguió su expedición sin percatarse de que su caballo ya no estaba.
Lo que vio Felipe lo llevó a otro mundo, eso jamás hubiera creído encontrar en aquel lugar, una fuente luminosa llena de pájaros que bebían sin asustarse por su presencia, unas alegres muchachas danzaban como en los cuentos de Las mil y una noche y más lejos un castillo repleto de caballos alados y niños tan felices que hizo que se sintiera el mejor de los mortales.
Todo eso veía Felipe hasta que de pronto, todos callaron, hasta los pájaros y una voz muy fuerte le resonó en los oídos, le decía que así podría ser su vida pero que él tendría que ganársela, que la vida no era todo color de rosas y que ya tenía edad suficiente para elegir, entre un cuento de hadas y la realidad.
Sin saber cómo se encontró en la cama, en su propia cama oyendo a su madre que le decía que era hora de levantarse, el ómnibus que lo llevaría al campamento estaba por llegar.
Ese fue el primer día del comienzo de su nueva vida, Felipe había madurado en una noche prometiéndole a su madre que cuando volviera del campamento iría a pasar unos días con sus abuelos.
Omenia. 29/1/2022





Texto agregado el 29-01-2022, y leído por 135 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
31-01-2022 Posees la facultad de llevar al lector con entusiasmo hasta la última de tus letras. Eso querida Ome es un Don. Felicitaciones y un abrazo de oso desde la Argentina.***** sensaciones
30-01-2022 —En tu cuento de hoy me gustó la forma de desarrollarlo, la cual de manera bien hilvanada lleva a un final inesperado y que deja una enseñanza para los jóvenes de hoy que viven y se desviven en la virtualidad de las redes. —Y en esto de la virtualidad digamos la verdad: no sólo los jóvenes, muchos adultos e incluso más de algún adulto mayor también. —Un abrazo vicenterreramarquez
30-01-2022 Un relato que te adentra pausadamente y que de un momento a otro te arroja de la historia. No sé si era esa la intención, pues te deja con ganas de saber mas de Felipe. Gracias por tu comentario Ome Nazareo_Mellado
30-01-2022 Pucha que me gustó tu historia!! la escribes precisamente cuando la gente sabe de sus derechos pero no de sus deberes, lo cual resulta ser un síntoma de la sociedad egoísta en la que vivimos, se está perdiendo un valor fundamental, cual es la DISCIPLINA y por Dios que es importante para la vida ser disciplinada. Gracias. gsap
30-01-2022 Hermoso e imaginativo cuento, Ome. Crecer y madurar no resulta nada fácil. Me gustó mucho. maparo55
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