Quiero una risa presente, tan humana y divertida,
una sonrisa dibujada en ese tu alegre semblante,
yo no quiero más el dolor de esa tu risa distante,
un carnaval de muecas donde escondo mi amor,
un efímero deseo que se desvanezca al amanecer.
Prefiero el oscuro vaticinio de tu galante profecía,
sonrisa que trasluce sinceridad en un solo gesto,
una verdad acusadora, tan clemente y tan gentil
que ciega me lleva de la mano a mi propio deseo
y no quiero oír más allá de mis propias palabras.
Descansar sin dormir bajo tu ausente abrazo,
en una dicha que siempre mire hacia el horizonte,
con ese sol, ese que esperanzado no me cegará,
esos rayos que anuncian una nueva esperanza,
esa nueva mirada, ese nuevo sueño alentador.
Saber que aún estás ahí porque no estás aquí,
olas de un mar sereno que te devolverá un día,
lejana, esquiva o absorta, pero siempre a mi lado,
habré de esperar con el pañuelo que te despidió,
con el gesto inmaculado que todo te lo perdona.
JIJCL, 23 de enero de 2022
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