En las grandes ciudades
se mata más temprano,
tomo el café a las 3 de la mañana,
a las 4 salgo a trabajar
saltó muertos en los callejones
sin temblarme los cojones
llego a la estación del tren,
veo fantasmas con sueño,
hambre y tristeza en los ojos.

Un perro salta la registradora
y se sienta en el mejor puesto,
algunas mujeres cambian de lugar
tienen miedo que muerda su trasero
y la belleza artificial se acabe.

Ese perro es menos peligroso
que todos los humanos,
yo me siento a su lado
y le doy un pedazo de pan,
el perro lame mi cara
en señal de agradecimiento.
Al bajarme se baja conmigo
ya somos buenos amigos.
Antes de entrar al colegio
le doy más pan y galletas.

Todo el día pensé en el perro,
soy profesor de filosofía
y he descubierto que los canes
aprenden más que los humanos.
En la mitad de la clase
dos estudiantes se apuñalaron
por equipos de fútbol,
mañana enterrarán a uno
el otro batalla con la muerte
en un hospital donde no hay gasa,
hilo de sutura ni analgésicos,
tendrán que cerrarle la herida
con alambre de amarre.

A las 18 salí a coger el tren,
no vi al perro por ninguna parte
me dio mucha tristeza
que se convirtió en risa,
pues me esperaba en la estación.
Todos los días me acompaña
hasta mi lugar de trabajo
y vuelve conmigo a casa
a jugar con un hueso
y a espantar fantasmas
que perturban mi sueño.

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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