Te miro y ahí donde debería estar el corazón
siento una enorme angustia.

Te miro con tus mejillas marchitas
y los ojitos cerrados y se me nubla la razón,
quisiera me escucharas
quisiera que entendieras este dolor…

Dejaste tu taza de café de la mañana sin lavar
tu comida lista para esa tarde,
tus zapatos desordenados en la sala,
tus medicinas en la barra de la cocina.

Recorro tu casa y tu ida fue tan de repente
que noto que no te dio tiempo ni siquiera de cambiarle
el agua a esos pájaros de nadie, huérfanos
que alimentabas a diario…

Es tan absurda esta tarde que quisiera no existiera,
el tímido sol de invierno trata de calmarme
y la luna completamente llena allá arriba
trata de consolarme.
Mientras el frio intensó de la madrugada me abraza…


Pero las palabras suenas tan huecas
mientras la chimenea del crematorio me indica
que te vas evaporando hacia tu Dios…
hacia ese cielo inmortal, que hoy su azul lastima…

Te extrañare mucho y esperare entre el tedio de los días
el momento en que te volveré a ver, mientras
dale un abrazo al abuelo, y cuéntale a tu mamá
de mis hijos, diles que la vida aquí abajo se distorsionara nueve días

en lo que mi alma se acomoda
y mis ganas de vivir vuelvan sin ti…
sin tu risa contagiosa
ni tus manos sabias…

15 de enero…