No se murió el amor parte 14
Siete meses después.
El esposo de aquella mujer recibió una sentencia de cincuenta y dos años de cárcel por intento de homicidio en contra de un menor. La mujer también fue a la cárcel por abuso de menores.
Gael estaba en terapia. Fue un joven que ejerció su sexualidad muy joven. Ahora lo que tenía que saber es; acerca de métodos anticonceptivos y prevención de enfermedades de transmisión sexual.
Sheila en su terapia dejó salir todos esos monstruos que la aquejan. El terapeuta le dijo que la culpa no le serviría de nada y que mejor ese sentimiento negativo lo usara a su favor para sacar la garra y seguir adelante. Gael y su madre tuvieron una larga conversación en la que se perdonaron y siguieron con sus vidas. Prometieron tenerse comunicación.
Eran las diez de la noche cuando el teléfono sonó. Esmeralda había llegado al mundo.
Nacho y Alan de inmediato llegaron al hospital para poder conocer a su hija. Era la mejor noticia que pudo recibir la pareja.
Sin poder conocer a la madre biológica, la enfermera le mostró a la niña a los padres. El primero en cargarla fue Nacho, estaba emocionado por lo acontecido. Tenía en sus brazos a su hija. La clínica también se encargó del papeleo y que la niña quedara registrada con los apellidos de la pareja. Alan estaba confundido. Le daba miedo la paternidad.
Esa noche fue terrible. Alan se sentía culpable por haberle robado a su hija, no lograba entender las razones de esa mujer de “vender” a su hija. Aunque ya habían formado la familia que tanto deseaban, hay cosas que quedan en el aire y las deben resolver.
Alan no pegó los ojos en toda semana. Nacho también estaba cansado pero sus ganas de ser papá podían más que cualquier cosa.
Esmeralda comenzaba a tener parecido con Nacho. Y es que el antes mencionado, estaba feliz, pero, igual que Alan, tenía miedo de cometer errores como pasó con Gael. El problema es que Gerardo se metió entre la pareja e intentó jugar un papel que no le correspondía, un tercer papá.
Nacho comenzó a llegar más temprano de lo normal hasta que optó por hacer su trabajo desde casa para poder atender a Esmeralda. Lo que le provocaba tirria en Alan, era ver a Gerardo con frecuencia en casa. Esa frecuencia se convirtió en diario. Gerardo visitaba a Nacho todos los días, cargaba a la niña, jugaba con ella y eso molestaba a Alan. Pretendía quedarse con su familia. Alan recordó las palabras de su maestro de la universidad, hablar de frente, y salió peor.
-Seré claro – dijo entrando al cuarto.
- ¿Qué pasa?
-No me gusta que ese hombre esté aquí – Dijo Alan.
- ¿También quieres que él se vaya?
- ¿Perdón? – Alan estaba confundido.
-Le dijiste a Sheila que se alejara de nosotros.
-Ojo. Yo no hice eso. Yo le pedí a Sheila que se alejara hasta arreglara sus problemas porque te estaban afectando, pensando en nosotros, en nuestra familia. Ella no se ha presentado aquí ni nada, no es mi culpa. Yo solo te estoy diciendo que ese tipo se quiere quedar con mi familia.
-Gerardo tiene buenos consejos de padre. Es consentidor… ya sabes.
- ¿Me estás diciendo que yo no puedo serlo? – le reprocha Alan.
-No es eso, pero… casi no cargas a la niña.
-Pero ¿cómo? Ese hombre se….
Alan salió de la habilitación. Por la mañana Alan se había ido.
Continuará…
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