A 'Modesto' lo encontré en la primaria mi primer día de clases. Y ya se perfilaba como un ser ecuánime, sin estridencias ní fuertes primeros planos. Pero era álguien a tomar en cuenta. Afortunádamente, Dios quizo que fuéramos compañeros por mucho tiempo. El tiempo necesario para poder emularle.

Siendo normal que él reaccionara a los tropiezos humanos, con una no aprendida eficacia. Eficacia que era su respuesta íntima, frente a cada detalle vital. Y siempre se opuso a las aprendidas creéncias de las chicas de nuestro entorno. Porque parece, mi amigo--- me decía--- que éllas reciben de sus madres, informaciones qué no corresponden, necesáriamente con el varón.

Por ejemplo--- me afirmaba--- que el hombre no era una máquina sexual descontrolada. Qué también sé alimentaba de lo óptimo: estar enamorado y actuar en buen estado mental. Sin obedecer a provocaciones calculadas y menos, a intercambiar su deseo con un llamado, creído imán infalible de la mujer. Y sobre todo, a saber poner un 'nó digno', aún en contra de su apetito.

Y así le ví caminar hacia el futuro, evolucionar, desarrollarse. Lograr una familia ejemplar y crecer desmedidamente en otros órdenes. Pero núnca pudo evitar ser tildado 'por la decepción', con un desafortunado é injusto epíteto.