Me gusta imaginar dos cuerpos que se anudan mientras el diapasón busca el tempo que no entiende de deseos, el anhelo mínimo enarbolado con un vacío que se encuentra en lo más profundo de los huesos, como el frío que penetra en una noche de invierno y que se derrite en un breve instante que no existió.

Me gusta imaginar que el mundo desaparece sin dar tiempo a la nostalgia, al llanto, al miedo de perder la levedad de unos pequeños pies desnudos dejando sus huellas caducas sobre la arena de una playa .

Me gusta imaginar, contemplar aquello que solo se convierte en real cuando un niño cierra los ojos apretando fuerte, muy fuerte mientras su deseo por no perder la magia provoca un big bang primigenio que roza con dulzura el caos absoluto.

Me gusta imaginar...