Hace 76 años
Tengo por fortuna a mi madre con vida. 96 años, privilegiada mente, con recuerdos presentes y pasados. Mi padre murió de un cáncer que en nuestros tiempos hubiese sido curable. Soy el mayor de cuatro hermanos, a quienes amo. Progenitor de cuatro hijos con mi esposa Viki. Cuatro nietos. De profesión me recibí de médico y despues hice una maestría en salud pública. Desde mi adolescencia me daba por escribir ocasionalmente. En los primeros años del 2000 me dio por hacerlo con más frecuencia y rigor. Actualmente sé que me falta, si comparase la narrativa con mi profesión, sería un auxiliar de médico. No me siento satisfecho. Tal vez nunca lo esté. Lo hago por la sencilla razón de que me gusta, si no lo hiciera me consumiría en el laberinto de mi mente.
Mi nacimiento si la escribiese sería una narración extensa salpicada de risas drama y coincidencias, pero solo sería una narración sin chispa.
La vida me ha permitido vivir mucho más de lo que vivió mi padre. Y la inmensa felicidad de ver con vida a mi madre, ninguno de mis hermanos ha muerto, mis hijos y nietos me hacen sentir la vida en su grandeza. Molesta, que nuestra madre tierra agonice, que los que vivimos, hacemos muy poco para socorrerla. Me hieren tantos incendios de bosques, la basura de los mares, y las amenazas de guerra por parte de las potencias. Tanto avance tecnológico no ha servido para respetarnos entre nosotros. Nuestro interior sigue atado a lo peor del cavernícola que puede justificarse. ¿Cuántos años de paz ha gozado la tierra? les aseguro que muy pocos.
Me rompe el corazón que si vamos en la misma nave sigamos discutiendo temas intrascendentes, cuando el final quizá se encuentre a la vuelta de la esquina.
Es cierto cumplo años, pero no encuentro motivos para festejarlos. El abrazo de mis amores me consuela, pero no es suficiente, Creo que el hombre ha aprendido a no aprehender. Para los de mi época «no les ha caído el veinte»*
el veinte es una moneda que se usaba para hablar por teléfono. En el momento que caía, entraba en automático la linea, la voz lejana.
Me aferro a la frase de que la esperanza muere a lo último.
Su amigo de siempre: Rubén García García y gracias por la amistad que se me dispensa.
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