Hace un par de años llegaste a mi vida y con ella cambio. No puedo decir el por qué, debido a la rutina de tenerte conmigo, pero estoy seguro que nada fue igual desde ese instante. Es esa sensación de que uno no se da cuenta hasta que no estás.
Hiciste mi vida más feliz, simple, práctica. Le diste sabor, incluso sacando la cascara de todo lo que nos rodea.
Hoy puedo decir que te extraño, que te echo de menos. Puedo decirte que te necesito y me haces falta.
Hace dos días que no estás, que no sé nada de vos. Busque y nada. Te llame y nada. Incluso busque desesperadamente en los lugares que frecuentas en reiteradas ocasiones, para ver si la repetición de mi búsqueda hacia que aparecieras, pero la respuesta fue siempre la misma. No estabas. Fui a los lugares lejanos e incluso a esos lugares donde no soles ir, pero la respuesta fue la misma, no estabas.
Desconozco si fui yo, si hice algo mal por lo cual hayas huido de mí. Te juro que no me di cuenta y te pido perdón. Ese perdón sentido, aunque sin saber el porqué. Solo querer que todo vuelva a la normalidad.
Hoy, al cenar, se me cae una lágrima cuando veo la papa, la zanahoria y me recuerda a vos. Hoy grito de dolor cuando sin darme cuenta, me rebano el dedo al saber que ya no estás.
Hoy, Pela Papa querido, te fuiste y no te puedo encontrar.
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