Continuación...El Espia
Rostro Enlodado
Un caballo a toda velocidad se acerca al castillo, con un día nublado la guardia real grita angustiadamente que se identifique aquel que está llegando. La guardia real cierra la puerta de la entrada del castillo, y es cuando le hacen él frente al caballo que parece perdido. Al acercarse más a la puerta del castillo el hombre montado y aterrado la grita a la guardia" Abran paso, que traigo conmigo ala reina cabalgando". En ese momento la reina se quita su manto de su cabeza y es en ese momento que la guardia real grita con voz de garganta aguda,, "Abran paso que su majestad ha llegado". Al entrar al castillo la reina se baja del caballo sin esperar que la guardia real le dé su respaldo, muchos tratan de agarrarla por si da un mal paso, pero ella golpea toda mano que se ponga a su lado.
La reina con su pelo mojado, y agua de lluvia que embarra su rostro de tierra de pasto, camina furiosamente por los pasillos del palacio. El piso brillante de un gris oscuro, mientras que todas las paredes de lado a lado decoradas con cuadros de reyes y reinas de tiempos pasados. La reina prosigue a llegar a las escaleras del palacio, cada escalón ancho y redondeado, que la reina sube rápidamente zumbando sus zapatos. Al llegar al segundo piso las damas de la reina empiezan a tratar de limpiarla por todos lados, pero ella con una violenta bofetada desliza a una de ellas chocando bruscamente con una estatua de mármol arrugado. Todas las damas se quitan del paso, temiendo a sufrir la misma consecuencia de la primera dama que insistió de darle su respaldo. La reina prosigue por otro largo pasillo, esta vez de varias estatuas de escuderos, dándole la bienvenida en su paso poco lento, esta vez llega a otras escaleras, rectas y directas sin fin que pueda descubrir su grandeza. La reina grita fuertemente hacia arriba, y dice con furia de leona hambrienta." La guerra ha empezado, y este mundo endemoniado responderá a lo más allá del pecado, quiero sangre y no piedad, así que empiecen a encontrarme donde mi trono empezó a vibrar".
Al terminar la reina entra a su habitación privada, una inmensa habitación con muebles y una cama cuadrada con dos monumentos de postes a cada lado del espaldar. La habitación también tiene una bañera con una mesa pequeña que es adornadas con toallas de diferentes tamaños. En su escritorio tiene varios cofres de prendas, y accesorios de mujer. El cuarto completamente alfombrado donde la alfombra consiste en imágenes de gigantes flores cerradas, un color rojo apagado y su alrededor de un blanco maltratado. La corona se sienta sola en una esquina del cuarto, encima de una pequeña mesa, que es decorada como si fuera en un manto de rojo acolchonado, con tejido de puro oro. Un gran espejo esta al lado de la corona, donde la vista de unas de las cuatro ventanas le hace compañía.
Lo primero que la reina visualiza es su dama de confianza que esta al lado de su cama. Con ojos directo al piso, la mujer de algunos 40 años decide esperar el mandato de la reina, que todavía su sangre caliente no la deja identificar aquella posición que la hace sentir mal. En ese momento la reina se quita toda su ropa asta quedar desnuda, y se sienta adentro de la bañera y es cuando comienza su primer mandato.
La Reina.
"Nora, alarma a todas las insolentes, que su reina no puede perder tiempo con estupideces ajenas, que vengan y me limpien de pie a cabeza, y que escojan mi armadura de guerra."
En ese momento Nora la dama principal sale del cuarto, y con dos palmadas hace que la manada de las damas reales entren apuradas y asustadas. De pie a cabeza un grupo baña a la reina, mientras que Nora apresuradamente sale nuevamente del cuarto, corre apresuradamente en el pasillo como si algo había perdido. Al regresar Nora entra al baño y escoge una camisa blanca para la reina, y un pantalón ancho de tela, que ella misma lo tiende en la cama de la reina.
Al terminar de bañar la reina, las damas proceden con arreglarle el pelo, pero la reina nuevamente comienza a cachetear sus manos, Nora comienza a cambiarla, y al terminar ella le indica a un guardia real que entre al cuarto, la reina se para frente al guardia, y él con ojos al piso comienza a ponerle una armadura que protege su pecho, la armadura color plata encaja firmemente con el tórax de la reina, como si fuera hecha a su medida sin quedar corta o larga. Ya con la armadura puesta, con su pelo mojada y descalza, la reina no espera que terminen de prepararla y prosigue a los pasillos de su magnífico reinado.
En su camino, 4 guardias reales rodean su persona, angustiada y furiosa da un grito de miedo y corre desesperadamente al final del pasillo, donde de lado a lado dos escuderos abren la puerta a otro cuarto. Uno de ellos grita," Nuestra reina hace su presencia". Al entrar ella se encuentra en un cuarto inmenso de seis ventanas, mientas que a cada lado 12 sillas de madera fuerte, marrón oscuras, en ellas miembros del reino. En su camino una alfombra roja donde ella camina asta el final que se encuentra su asiento real, a su derecha el sacerdote que la acompañaba, mientras que Nora la adorna con su corona. Ya sentada, mira fijamente a todo miembro, 10 segundos a la derecha, y 12 a la izquierda, llevando su imagen 10 segundos más a los ojos del sacerdote que desvía su mirar, y con grito de garganta se dirige a sus miembros del palacio real.
Reina
"Yo, soy y seré por siempre Grecia Fondeur, reina única de mi nombre, fiel a los fieles, y traicionera a mis traicioneros. Hoy día me acuerdo de esos traicioneros, que trataron de matar a su reina. Sangre y más sangre exijo que busquen, porque no descansaré asta tenerlo en mi lista de ejecutados por mi propio deber. Estoy aquí preparada para la guerra, porque no sería mi ejército que respondería, sino mi furia que quema por dentro por aquel atentado que me quito mi aliento."
En ese momento solo el silencio está presente, mientras la reina cierra sus ojos y comienza a tener visiones de aquel rostro enlodado que trato de cometer el peor pecado. Al abrir sus ojos apunta al sacerdote, que con un suspiro agotado comienza a hablar pasivo, pero con toque de desesperado.
Sacerdote Milán
"Su majestad la trataron de matar, en nuestro recorrido a la boda de su hermana, el carruaje nos decepcionó, porque una rueda se despedazó. No esperamos dicho acontecimiento, pero la guardia respaldo, estoy seguro de que Dios estuvo presente, porque viva nos la dejó."
La sala comienza a tener vida, con manos en su boca, y murmullos de justicia, todos están sorprendidos de aquel evento. Se escuchaba las palabras de traición, de gusanos, de guerra y de conmoción, y la reina fijamente desnudaba con su mirada cada emoción. En ese momento el silencio regresa a la sala real, y esperando otra reacción de su majestad, todos deciden callar. La reina busca con su mirada, y a su derecha apunta a un hombre de edad avanzada.
Gelio Murrah
"Como consejero de la reina, será puesto un mandato de vida o muerte a aquellos que tratan de esconder dicho traicionero de la corona. Me involucró firmemente de quemar y despedazar sus huesos, me involucró a matar a sus hijos, hijas, padres, y amigos de aquel repugnante y podrido. Lo encontraremos con vida, porque en su piel se escribirá traición con clavos sin filo, asta sangrar letra por letra, para llenar cada vaso de sangre que beberá para mantenerlo vivo con certeza".
Todomurmullo se eleva a alta voz, mientras la reina caóticamente se queda pasmada en sus pensamientos. La imagen del hombre enlodado le hace soñar con los ojos abiertos, entregando varias escenas de puro lamentos. Se imagina al hombre bajando de la colina, y ella sola sin su guardia real sintiendo esa estocada mortal. Sus ojos no dejan de conectarse con el hombre enlodado, y empieza a dejar su vida grabándose esos ojos enredados. Ya ella tendida en el piso mojado, desliza lentamente por la cantidad de lodo a su lado. La imagen del hombre se desaparece más, él con mirada de venganza y con sonrisa diabólica la mira firmemente descendiendo a su tumba. Ella por última vez se lleva otra imagen, que es de su puñal conocido, que tiene una marca de la cruz de lo más divino.
Un grito de traición despierta a la reina de su estado de conmoción, y es cuando ella llega a la realidad de su reino en pura crisis de traición. Ella empieza a mirar a todo miembro de la realeza, y nota una confusa discusión. Cada miembro tiene un dilema, culpándose uno y dos más, que nunca llegan al acuerdo de pelear en hermandad. En ese momento la reina se levanta de su asiento real, y toda conversación de pelea se calla por su presencia al levantar. El silencio llega nuevamente, y Gelio Empieza a mandar a callar, y es cuando la reina suspira tres veces y empieza a dar el mandato del acoso de vida a aquellos que no quieren participar.
La Reina
"Tanto que discuten, tanto que están sin poner atención, solo su ambición la llevan consigo con puro amor. No existe amor más sagrado que no sea a su reina, yo la admiración de toda rodilla que tiemblan, yo la elegida del creador, para llevar a cabo su voluntad que ni por ustedes dejaré sin crear. Muertos están todos, porque no se unen a mi herida y traición, busquen la solución, o tendré yo misma que renovar un nuevo capitolio a mi honor."
En ese momento la mirada de la reina se dirige a un alto comandante del ejército, Freniud Demetri, aquel barbudo con una enorme cicatriz que cruza su labio, con piel gruesa y maltrata con quemaduras en el cuello de algunos 50 años. Su espada colgando a su derecha, indicando que es zurdo y con mucha destreza. El general le devuelve la mirada a la reina, y vestido con toda su armadura como listo para una rebelión, toma la palabra que con seguridad la reina le obsequio.
Freniud
"Me encanta la vida, pero me conmueve la muerte, aquí en esta sala veo muchos vivos, y me encantaría matar para enloquecerme. Porque loco soy por mi reina, y sangre la llevó por dentro, pero me gusta verla por fuera. Hoy en esta sala estoy a la orilla de un río con mi reina, donde ustedes representan el río sangriento por no encantarle más la muerte que sus vidas propias. Traicionen, maten, compren y asta duerman con sus enemigos, porque de una forma u otra llegaremos a vengar la traición mi reino unido. Unido porque matamos juntos, nos reímos de nuestros enemigos, y si es necesario asamos la carne de nuestros enemigos, sean como siempre han sido, siniestros y mal agradecidos, porque así nuestros enemigos entenderán que nuestra furia siempre corresponderá a una venganza amarga."
La reina sale apresuradamente de la sala, 10 guardias reales le siguen su paso, mientras Freniud se adelante y camina a su lado. Caminando apresuradamente nota a Nora y las damas reales de lado a lado cerca de su cuarto, y al pasar entre ellas, le pasa a la joven que ella agredió al entrar al palacio. Ella se devuelve y la mira a los ojos, ella con su lado derecho de la cara con una herida abierta fresca, por el fuerte golpe al recibir la tremenda furia de la reina. En ese momento la joven de 17 años tiembla con más miedo de cuando la golpearon, y con ojos al piso nota su sangre nuevamente bajando.
Reina
"Freniud, llévatela de aquí, si quieres, mátala o as de ella lo que quieras decidir, Y tu Nora busca a otra que la reemplace, su cara ya no me gusta porque está sucia, ya que Dios no le sano la herida que yo le proporcione, y si Dios no la curo entonces es impura esta mujer."
Freniud agarra a la joven por el pelo, la arrastra fuera de la reina asta levantarla y ponérsela en el hombro, con sonrisa y sus dientes amarillo oscuro descubierto por su alegría, Feniud camina apresurada mente fuera de la mirada de todo aquel que estuviera en su vista. Freniud entra en lo más profundo de los calabozos, tres pisos más abajo con la joven que cierra los ojos por el presentimiento de algo peor que un acoso. Al bajar más abajo de la oscuridad, solo las antorchas hacen visible su camino a la profundidad, mientras que se comienzan a escuchar los gritos, de prisioneros que no esconden su sufrimiento infernal. Por cada antorcha que pasa, se encuentra un preso fuera de lo similar, muertos, locos y muchos con vida, pero listo para morir sin paz. El olor es repugnante, porque asta las ratas se alimentan de la carne humana de los vivos y muertos sin respetar gritos de agonía. Al llegar a donde no se ve nada y menos antorcha prendida, Freinud abre una celda y tira a la joven sin piedad en la tierra, las ratas se espantan y salen corriendo, y en ese momento Freniud nota una presencia a sus espaldas que le exclama un derecho.
Sacerdote Milán
"No la mates Freniud, no ahí porque matar a esta joven, insignificante es para el terrible Freniud, la reina dijo mátala si quieres, entonces es verdaderamente tu opción."
Freniud
"Que haces aquí Milán?... No será que me quieres decir que le tienes piedad a los vivos, porque recuerdo muy bien que nuestra reina ni las bendiciones a su alma ha permitido. Déjame tranquilo con lo que soy, y as tu teatro como siempre como siervo de Dios. Te conozco Milán, y El sacerdocio no es tu nombre, sino tu forma de ser como la cobra, venenosa y el zisssssssss de según estar callado."
En ese momento Milán se acerca cara a cara con Freniud, y el hombre de pelo canoso corto y su vestimenta roja de sacerdote de unos 63 años, lo mira fijamente como para que lo recuerde en sus pasados años.
Milán
"Oh Freniud, te recuerdo como hoy día, aquel niño maltratado y ambulante, huérfano de la guerra y dejado para que muera y se los coman las hienas. Tu madre una prostituta de el ejército, que todavía vive tu mismo sabiéndolo. No la mates, y deja que esta niña corra el mismo camino de tu madre."
Freniud
"Si Milán, recuerdo todo, recuerdo lo más mínimo que me opongo. Aquel día que no as mencionado, que ocurriste a mí, y me cuidaste como unos de tus hijos, hijos que tus mismos sacerdotes violaban a su manera por ser nosotros hijos del destino."
Milán
"A tu corta edad lo mataste a todos sin piedad, pero con mi ayuda que espero que nunca puedas olvidar. Te ayude salir de ese lugar, y te lleve a donde ahora estas. Sé que tu alma es negra, pero no tanto como la mía, así que deja que la muchacha sufra también esta vida."
Milán deja a Freniud con la palabra en la boca, él se retira y se pierde más allá de la oscuridad. En ese momento la mirada de Freinud se concentra en la joven, una chica delgada y malnutrida, color blanca, pero el susto la tiene pálida y amarilla, con pecas de lado a lado más arriba de sus mejillas. Su pelo marrón claro, y sus ojos reflejando la inocencia de nunca haber sido tocada. Feniud se quita parte de su armadura y de manera brusca, viola constantemente a la chica, donde sus gritos se unen a aquel calabozo construido con dolor y terror.
Con su pelo seco y todavía con la armadura en su pecho, la reina camina descalza hacia lo más arriba de la torre. La guardia real le hace compañía, 5 enfrente de ella y 5 más atrás de ella por lo estrecho que es el corredor que guía hacia las escaleras. En cada escalón la reina procura no fallar, porque ya sus pies descalzos empiezan a tener aquel dolor por la falta de costumbre de no calzar. Sudando y su respiración aumentando a cada paso, la reina se pierde nuevamente en su sueño de ojos abiertos sobre el hombre enlodado.
Esta vez ella corre por todo el bosque, desesperada durante la noche. Pide ayuda y llama la guardia, pero solo el sonido de la naturaleza la acompaña. Corre sin descansar como si un león la quiere devorar. En ese momento tropieza y se cae, escucha un sonido y agarra un pedazo de rama para tratar de pelear. Ella mira a su derecha y solo puede ver árboles y más árboles en la oscuridad, a su izquierda un lago negro con los cocodrilos listos para soltar sus frialdades. Ella mira hacia atrás y un precipicio le alarma de no dar un paso más. Al mirar al frente se encuentra de nariz a nariz con el hombre enlodado, que sin piedad entierra su puñal en su garganta esta vez con una sonrisa como si estuviera alagado.
En ese momento la reina despierta a su realidad, esta vez con toda su guardia real a su alrededor, y dos que esperan la orden de abrir una puerta en lo más alto del castillo real. Ella indica que la abran, y al entrar se encuentra en un cuarto con una cama pequeña, libros y escrituras en una mesa inmensa, y velas por todos lados que alumbran cada pequeño espacio. Una sola ventana redonda, con barras de hierro que solo le da derecho al viento. En ese momento escucha el sonido de agua que dispensan, al mirar a su derecha un hombre orina en una cubeta. Sin cabello en su cabeza, y un bozo canoso, se encuentra un hombre de buen físico como si el tiempo nunca ha arruinado su buen estilo. En forma y como si fuese un cuerpo de gladiador, el hombre se acerca con su manto verde oscuro, y botas altas de un negro con poco color.
Satris Foundeur
"Hija mía, acaso estamos en guerra y no he sabido?... Hueles a perdida o perdimos, esto se debe una explicacion, ya que tienes parentesco a un pedazo militar."
El rey viviente Satris Foundeur camina lentamente por todo su cuarto, mirando por su única ventana, pretendiendo saber que está pasando, pero nunca mostrando interés por si algo a pasado.
Satris
"La última vez que te he visto de esta manera, fue el día de la muerte de tu madre, estabas despeinada, poco arreglada, así mismo descalza, pero nunca con una armadura que ni siquiera tu cuerpo pretende usarla."
Reina
"Sabes muy bien que mi visita se debe por algo, estás muerto para la reina, solo por tu culpa, por pretender un plan macabro. Te voy a decir algo que talvez te traiga más alegría que pesadilla, y después hablaremos de lo que pretendes todos los días.
Me trataron de matar, un moribundo que bajo de la colina con el propósito de que sea mi final, acaso tú eres el genio que intento dicha obra de genial.?"
Satris
"Esa pregunta solo la tiene aquel que según te quiso matar, acaso el tipo de tortura no lo han dejado con ansias de hablar, o acaso Gelio a muerto y nadie sabe como sacar la verdad?."
La reina mira a su padre que esta de espalda, y después de 10 segundos de silencio Satris da la vuelta y la empieza a mirar sorprendido y a carcasas empieza hablar.
Satris
"Se te a escapo, no sabes donde estás, y el traidor de la corona se ha burlado de la todopoderosa reina de este reinado. Explícame algo mi hija amada, como es que una persona escapa con vida después de que arremete con la tuya, acaso quieres que te maten, o acaso le diste una oportunidad para que lo logren?."
La reina se acerca a su padre, y con su pequeño cuerpo lo rempuja hacia la pared y mirándolo a la cara le grita fuerte mente.
Reina
"Gentú, Esparza, Galome, Protis, Murmulla, cual clan tiene esta intención?... Habla o hoy serás hombre muerto."
Satris cambia su cara, esta vez serio, cariñosamente besa a su hija en la frente. La aleja suavemente de su lado, y empieza nuevamente a mirar por su ventana. Es cuando apunta detrás de las montañas, y dirigiendo con su mano una marcha oeste, y un blanco donde la reina según no fallará. Al mirar lo que su padre le indica, la reina empieza a alejarse de él, y bruscamente sale del cuarto y le secretea a un guardia el mandato. El guardia corre desesperadamente fuera de la vista, y la reina cansada de de su jornada , se retira a su cuarto a esperar otro día.
El guardia apresuradamente abre la puerta de la sala real, donde Gelio y Milan hablan algo especial. En ese momento el guardia se acerca a Gelio que le dice a su oído... "La reina ha mandado al ejército marchar al oeste, lugar de Murmulla, sangre fría solo quiere su majestad." En ese momento Gelio le afirma a Milan el mensaje de la reina, y es cuando Gelio le pregunta al guardia otra respuesta.
Gelio
"Eres un hombre de valor, me recuerdo de ti, algunos años tienes aquí, dime criatura, as escuchado exactamente lo que la reina a dicho?, o acaso existe alguna palabra que no as entendido.?"
El guardia se queda pensando unos 5 segundos, murmurando lo que la reina le dijo, y como si lo hubiesen despertado él dice ,, " Si, creí escuchar que me dijo "voy a dormir', pero no creo que su padre la escucho. En ese momento Gelio se ríe como si le hubiesen dicho un chiste.
Gelio
"Si criatura, esos no se entienden, imagínate Milán y yo no sabemos que todavía hacemos en este castillo de locos."
Milán
Gelio, es hora de la misa nocturna, acompañame a la capilla, Dios no tiene hora, pero si sabe cuando debemos estar presente.
Gelio
Por favor Milán, vamos a hacer los rezos aquí, me duelen las piernas y ya mi bastón no soporta este cuerpo de 82 años, Dios entenderá." Y tu hijo mío quédate con nosotros por si acaso estos dos viejos no se puedan levantar cuando nos arrodillemos a orar.
El guardia y Gelio truenan de carcajadas, mientras que Milán mantiene su seriedad. Con ayuda del guardia los dos se arrodillan formando un círculo, por último el guardia se une a ellos. Milán agarra su crucifijo y antes de empezar a orar, Gelio interrumpe con ganas de participar.
Gelio
"Milán, déjame orar yo, así como lo hacía de niño, creo que recuerdo, pero tu dirás si lo hice bien. Vamos cerremos nuestros ojos, "Oh padre tú que estas en el cielo, ámanos como te amamos y quiérenos como te queremos, mira a estos pecadores que somos solo tuyos, perdona mi Dios, perdona esta voluntad......Amén."
Al decir Amén, Milán le corta la garganta al guardia y le deja el cuchillo clavado a la derecha de su cuello. El guardia se desangre después de unos minutos. Y es cuando Milán sin mirar a Gelio empieza a decir.
Milán
Estoy muy viejo ya para esto Gelio, me tomo tu segunda oración para recordarme la clave de muerte de la reina.
Gelio
"Dormir es dormir, morir es morir, pero si la reina lo cambia a dormir, pues claro que debe de morir. Los secretos del castillo se guardan con borrones asta a tus seres queridos, por eso somos los que sobrevivimos, no puedas confiar cada plan ni a una persona de confianza infinita, 10 años tenía este sirviendo a su reina, y solo basta un mal día, para considerarlo talvez traidor. El plan esta a salvo, porque solo tú, yo y la reina lo hemos escuchado."
Al amanecer, Gelio , Milán y miembros del palacio se encuentran en la sala real, hablando de la búsqueda del fugitivo que a la reina quiso matar. Gelio recostado de su bastón escucha cuidadosamente todo reporte con atención, mientras que Milán mira a su alrededor buscando una cara conocida que parece que se le perdió. Las puertas de la sala real abren bruscamente, y es Freniud que llega, con aruñones en la cara, sucio, pero lleno de alegría, es cuando se acerca a Gelio y se para frente a él con atención militar.
Gelio
"Como vez, empezamos sin ti, no quise buscarte, porque ya todo plan esta sin necesidad de ti. Hemos mandado a un mensajero al ejército, debe de estar llegando, ya que lo mande en la madrugada, El capitán Herrow caminara al ejército por el valle de Murmulla, que según el traidor vive entre ellos, las órdenes son simples, todos mueren ese día sin esperar piedad bendecida. No caminarás con tus hombres, porque tengo una importante misión para ti general."
Molesto y furioso, Freniud aprieta sus puños como para pegárselos al techo por furia y rencor de no llevar a sus hombres a la masacre, que él con todo poder prefirió.
Freniud se queda sin palabras, y llega a chocar con la mirada de Milán que lo mira con una sospecha que no evita de razonar. Milán se retira de la sala real, y comienza a bajar en los calabozos que acostumbra a caminar, el olor a muerto hace que se agarre de la pared, para no desmayarse por lo impuro que se siente al oler. Al llegar a la celda de la chica, él nota la celda abierta y es cuando nota a la chica con su rostro partido, una herida en su frente, y su nariz rota. Su pelo lleno de sangre seca, desnuda y sangrando por todos lados. Su ojo derecho hinchando y marcas tras marcas de moretones por todos lados. En ese momento llama a unos de los guardias y le dice que queme a todos los muertos y que empiecen por la chica masacrada, el guardia corre a dar órdenes a los otros involucrados.
Milán por última vez mira a la chica muerta, y al darle la espalda escucha un murmullo,,, "Agua, Agua" es la chica que por obra de Dios está viva pero en mal estado. Milán saca su cuchillo, y se acerca a darle la última estocada para dejarla en el olvido. Ante todo la chica agarra temerosamente el crucifijo de Milán, que cuelga al bajarse a tratarla de matar. Milán nota la intención de que le dé su bendición, y es cuando él cambia de inmediatamente de opinión. Al llegar varios soldados para sacarla y quemarla, él le indica a ellos, que comiencen por los podridos y lo que han muerto en un tiempo largo e indefinido, mientras Milán se lleva a la chica fuera de ese temeroso lugar.
Milán recorre los más profundos de los calabozos con la chica, donde a su final llega a un túnel bajo tierra, él camina con la chica moribunda unos 15 minutos más, y llega a una puerta que lo lleva al cuarto de tortura. Al entrar se encuentra con un personaje, un hombre limando todos instrumentos de tortura, obeso y casi sin cuello por la gordura, con un camisón negro lleno de sudor. En ese momento Milán pone la chica en una esquina.
Milán
"Sócrates, dale agua de beber, y déjala a ver si vive, si vez que amanece entonces dale un pedazo de pan, yo regresaré mañana a volver a investigar. Por lo que veo esta chica tiene ganas de vivir sin parar"
Sócrates
"Su santidad, porque no matarla ahora mismo?, acaso esta chica tiene importancia?, la reina dice que solo con su orden salen vivos de aquí, y su santidad hace lo contrario de vuestra reina que sin duda no la dejara vivir."
Milán,
"As lo que te digo, no la toques, porque no quedara nada de ella si la acosas de forma brutal, veremos mañana si la vida nuestro Dios se la quiere dar. Y estoy muy seguro que su milagro lo cumplirá, ya que de esta chica depende el reino que protegeremos asta el final."
Milán se dirige a la capilla, empezar la primera misa del día. Muy de mañana la reina sigue durmiendo, esta vez una pesadilla la acompaña en su cama. Esta vez en su boda, con un esposo elegante de alta familia, cara fina y bigote largo y fino, vestido con una banda real, refiriéndose aque es o serio rey en el tiempo presente. La reina con su pelo negro brillante, y su ética de labio pintado de rojo apasionado, viste su color de su excelencia, caminando el pasillo al altar. Cada miembro lejanos están presente, toda altura y rango sentados par aquella boda real. Al llegar al altar, ella sonríe y su corazón le indica que esta será una mejor vida, ya que será mujer protegida por un gran rey. Al encontrarse los dos en el altar ella mira firmemente al padre que le pregunta al novio si acepta a la reina Grecia, al afirmar su decisión con un "Si", el padre procede a preguntarle la misma pregunta a la reina. En ese momento eSatris su padre y Rey, entra por la puerta de la iglesia aplaudiendo dicho encuentro. La reina sonríe al ver a su padre contento, y por primera vez por muchos años actúan como padre e hija. En ese momento Grecia aterrada mente se da cuenta de que el hombre enlodado se acerca a su padre, ella grita fuertemente "Padreeee", pero de un corte breve de espada, la corta su cabeza que cae rodando por todo pasillo dando vuelta. El hombre enlodado mira a la reina, y esta vez se encuentra sola nuevamente en el altar, y con sed de fiera el hombre enlodado corre hacia ella y brinca con la espada cortándole la frente de mal manera.
La reina despierta asustada nuevamente, y es Nora que se acerca a ella y le pregunta con ojos al piso,,, "Mi reina, estoy aquí", en ese momento la reina la mira,y su rostro vuelve a lucir con furia de venganza sin desistir.
Reina
"Es hora de vestirme, no quiero perder tiempo, avísale que entren y que se apresuren, pero que por sus vidas no hagan el mínimo error de no verme como la reina llena de belleza y puro glamour".
En ese momento Nora sale del cuarto y con dos palmadas las damas entran a arreglar a la reina. Nora supervisa todo movimiento, y cuando nota que alguien no hace las cosas como ella quiere, ella misma toma la iniciativa y de un rempujón quita a cualquiera de al lado. Nora se involucra día a día no solo de acompañar a la reina al cuarto noche y día, sino que la acompaña por todo el castillo y es la voz de la reina sin que la reina tenga nada que decir, ella le lee los pensamientos a la reina antes de que la reina de un nuevo paso cada día. Su confianza es tan valorable, que la reina deja ella hable sobre su mal o buen estado a sus superiores, sin ella decir ninguna palabra que la involucre.
Nora sale del cuarto de la reina y se dirige a la sala real donde todos los miembros la esperan como todos los días. Al entrar se dirige a Gelio y Milán que están de lado a lado de la silla real , en ese preciso momento Freniud que hablaba con unos de sus guardias de la puerta también se acerca para ser parte de la conversación.
Nora
"La reina esta de buen humor, pero algo perturba sus pensamientos, y no es algo viejo sino nuevo, nunca la he visto de esa manera ni cuando se murió la otra reina. Sospecho algo que ella no quiere superar, talvez algo que por siempre se quedara."
Milán
Mujer, la reina casi la matan, casi no está con nosotros, entonces es obvio que su delirio tiene un propósito, que serían aquellas pesadillas y sueño de aquel engreído y mal parido."
Freniud
Padre, usted habla como si la reina es una alma de Dios, usted habla como si es la primera vez que ha visto algo así, ella vive todo eso, y ni cosquilla va a sufrir."
Milán
"Acusas a nuestra reina de a ver matado o la involucras en algo semejante?,,,Freniud es tan simple mandarte ejecutar que permiso de la reyna no tengo que buscar, solo dos palabras a Sócrates y el te pasara la guillotina sin pensar."
Freniud
Padre usted habla como si fuese el Rey, tenga cuidado que su posición no tiene ley, tiene solo una vía a donde usted ha llegado, y es sangre ajena y no del espíritu santo.
En ese momento Gelio levanta su mano, y es cuando Milán, Freniud y Nora empiezan a brindarle su atención. Él pone su mejilla en su bastón, y sentado en un escalón cierra sus ojos como pensando algo que nunca pensó.
Gelio
"Freniud te quiero como un hijo, pero la verdad de la reina siempre es asunto perdido, y es por eso que estas al mando de hacer lo que quiera fuera del castillo, pero dentro ten mucho cuidado porque no tienes ejército unido. Mientras tu Milán no dejes de recordarte que tu santidad se debe a tu lado oscuro, mejor procura de siempre mantener lo que no es tuyo. Y sobre la reina, nadie sabe qué piensa, nadie sabe que va a hacer, nadie sabe lo que hizo, y menos se acusa de lo que no es. Es preferible dejarla con sus propios demonios, porque así se entienden uno y el otro. Nora, la reina un día de estos estallará, no solo sera mi problema, tambien de todos.
La reina entra a la sala, bella y radiante, con sus labios rojos y su pelo semblante. Su corona brillando más que todos los días, ella camina a paso apresurado a su silla, pero bruscamente se detiene mirando a su derecha como descubriendo algo que no estaba en su agenda.
Reina,
Freniud, que haces aquí?,, acaso el ejército imperial esta solo sin comandante real, deberias de estar haces días preparándote para una batalla real en la lejanía de este castillo leal".
"En ese momento Freniud mira a Gelio con sorpresa, y la reina hace lo mismo pero esta vez con pura curiosidad en su cabeza."
Gelio
"Amada reina, su majestad, Milán necesita a Freniud porque sus habilidades son necesarias para una misión especial, usted su majestad estaba muy cansada y no la quería despertar, el capitán Herrow esta al mando de la fuerza militar, y será el que ejecutara aquella batalla imperial."
Con cara de estar complacida, la reina se sienta en su trono, y así empieza su día. Discursos de política la acompañan, y quejas de la economía, que ella participa toda su vida. Mientras que Milán y Freniud salen de la sala real, en ese momento Milán empieza a hablar.
Milán
"Casi la mataste a la chica idiota, pero dale gracias a ella que no esta muerta, porque si fuese así no existirías para rendirte cuentas. Mañana en la mañana esta niña nos llevará donde se esconde nuestro traidor."
Freniud
"Esta chica?, perdón padre, pero si no me equivoco mi ejército esta por acabar con él y toda su familia, acaso su santidad está perdiendo la cabeza?"
Milán
La reina y el rey encarcelado sospechan de sus enemigos, y eso basta para una guerra sin destino. Pero yo estuve ahí cuando la reina casi suspiro su último suspiro, el traidor me pidió su bendición de una manera que me asegura de donde vino. Así que mañana en la mañana cabalgaremos a ese lugar definido".
Continuará.......La Tumba de Saxéx
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