ENZO ESCRITOR
Enzo, se decía escritor. Jubilado a los 59 años, con una excelente pensión, lo que lo libraba de apuros económicos. Siempre había sido un lector constante, los libros que había comprado literalmente no caben en su casa. Su mujer protestó.
Ya que en su trabajo era bueno para redactar, pensó que ahora podría dedicarse a su pasión: escribir. Metódico, cada sábado durante dos años estuvo en la escuela de escritores. Con su diploma obtenido, ahora si a dar suelta a su imaginación: novelas y cuentos.
Trabaja con ahínco, cuatro copias de cada uno de sus trabajos, los envía a los concursos de las universidades y a diversas editoriales (una buena lana se gasta). Nadie lo peló, decepcionado recurre al internet. Igual, no hay éxito.
Su esposa aburrida le dice: “viejo inútil y holgazán, en lugar de hacerte pendejo en la computadora, mejor ayúdame en los quehaceres de la casa”. Enzo se niega, pues, un empleado de confianza exitoso no iba a degradarse, ahora, en trabajos vulgares como barrer, trapear, etc.
Un amigo que trabaja en la universidad le dice: “sólo se publica a escritores jóvenes, a viejos pura madre. Mejor, como “Editor de autor” manda publicar tus libros”.
Entonces sí, muchas editoriales le ofrecen sus servicios, al cabo cubriría todo incluyendo los honorarios. De repente tiene muchas copias de sus libros. Venderlos imposible, las librerías ni de consignación los quieren. Termina por regalárselos a sus amigos, estos con el tiempo se le esconden, han de pensar: “ahí está ese güey, mejor me hago disimulando, no me vaya a preguntar por el mamotreto que no he leído ni pienso hacerlo”.
Cosecha de un gran escritor:
1.- Quedarse sin amigos.
2.- Peligro de que su vieja lo ponga de patitas en la calle.
FIN
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