He decidido llamar al nuevo empleado que ocupará mi despacho. Le pondré al día y cuando se incorpore, ya podrá trabajar a pleno rendimiento.
Oigo tres golpes suaves en la puerta. Contesté con un "adelante" sin levantar la vista en el informe que estaba leyendo. Pensé que era mi secretaria que entraba para darme una nota o el finiquito de la empresa. Como tardaba, levanté la cabeza y observé al nuevo candidato inmóvil, esperando en marco de la puerta y con la mano todavía en el pomo. Rápidamente, cerré el informe en su portafolio, lo dejé en la bandeja y me levanté de la silla para recibir al nuevo empleado:
—¡Pase, pase, le estaba esperando! —dije en tono amistoso y animado—. ¡Dentro de unas horas este despacho será suyo! Señalé una silla y le ofrecí:
—¿Un café, cortado o un capuchino?
—Un café me sentará bien —respondió el candidato.
Metí la cápsula doble en la cafetera y puse dos tazas desechables en la bandeja. Mientras se llenaban el recién llegado comentó:
—Creí que la plaza estaba vacante.
—Efectivamente, así es —afirmé llevando las tazas a la mesa—. Solo que...
—Lo sé, me he expresado mal —se disculpó el empleado—. Pensé que a usted le iban a destinar a otro departamento.
Vacilé unos segundos pues no sabía a qué se refería. Cuando lo entendí, exclamé:
—¡No se preocupe usted por eso! Ya sabrá cómo se rige el mercado laboral: es la ley de la oferta y demanda. Sonreí y quise saber:
—¿Alguna duda más?
—No sé si mi trabajo lo haré tan bien como usted...
Bebí lentamente un sorbo para ganar algunos segundos más de tiempo. Finalmente, le contesté:
—Mire, acepte cualquier caso por insignificante que sea. Por otro lado, al cliente, dígale siempre la verdad. Ya verá cómo su buen prestigio crecerá como la espuma.
Parece ser que mi argumento le agradó mucho porque movió la cabeza de arriba a abajo y puso el semblante más relajado. Mientras tanto, terminé de beber el café, tiré la taza a la papelera de reciclable, me levanté de mi silla ergonómica y exclamé dando una palmada:
—¡Bueno, ya que está todo aclarado vamos a trabajar un poco! Venga usted a este lado de la mesa —le animé. Tengo que enseñarle un programa del ordenador.
Señalé un acceso directo situado en el lado izquierdo de la pantalla.
—¿Conoce este programa?
—Por supuesto. Se trata de Mylex, un generador de documentos jurídico—administrativo—. Tiene incluido el Código Penal y el Código Civil lo que facilita la redacción del informe de la defensa.
Asistí con la cabeza. Puse mi dedo índice en el icono del pajarito azul y le comenté:
—Esta tarde o mañana, la empresa le dará un móvil nuevo. No olvide de mirar el Twitter al menos una vez al día. Está configurado para recibir posibles clientes.
—De acuerdo, echaré un vistazo tan pronto como sea posible. Si fuese necesario, añadiría nuevos hastangs, etiquetas y cuentas para que las búsquedas sean más precisas... —Se quedó un momento pensativo y tuvo una idea:
—También puedo crear un nuevo perfil en Facebook. De esta forma no se me escapará ningún caso y podré escoger los más urgentes.
Me gustó mucho su iniciativa. No es muy hablador, pero se notaba experto en leyes y dominaba las redes sociales. Me dirigí hacia la bandeja y expuse:
—Mire, aquí están los expedientes pendientes: el caso asalto al Capitolio por parte de los activistas pro-Trump, la borrasca Filomena, la toma de posesión de Joe Biden, Elecciones al Parlamento de Cataluña, el indulto del Gobierno para los condenados del procés,
los Juegos Olímpicos de Tokio, Angela Merkel pierde las elecciones en Alemania, el informe de la COP26, el volcán de La Palma y los últimos datos sobre el Covid—19. También están en la carpeta Mis documentos del ordenador junto con otros casos. Los he imprimido para leerlos con más comodidad.
El nuevo aspirante tomó un dosier por azar y comenzó a hojear. Aproveché este momento para abrir el último cajón de mi mesa y sacar una caja de cartón que contiene mis objetivos personales y la coloqué encima de la mesa. Antes de despedirme le pregunté:
—¿Necesita alguna aclaración o más información sobre un tema?
—No. Me lo ha explicado usted muy buen —respondió el candidato estirando el brazo para darme la mano. Gracias por todo lo que ha hecho, 2021.
Se la estreché con fuerza y con una amplia sonrisa le dije:
—Bienvenido 2022.
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