Tenía dieciocho años y mi primo, de igual edad, contrariado me llamó.
Me explicó que nuestras tías ricachonas de Temuco habían enviado a dos de sus hijas quinceañeras a conocer Santiago en plenas fiestas patrias. Ellas alojarían en la casa de otra tía y le encargaron la encantadora tarea de pasearlas por algunos lugares pintorescos. Lo obligaron jurar que se las cuidaríamos y que frente a ellas no usaríamos palabrotas.
A medio tarde del día feriado correspondiente a las fiestas patrias las pasamos a buscar y las llevamos al parque O´higgins, a conocer las famosas y concurridas fondas y ramadas.
Grueso error. Eran muy finas estas niñitas.
El gentío y la música estridente las abrumaba. Comer anticuchos y empanadas era de rotos. Cerveza ni hablar. Caminábamos por entre las fondas atentos de no usar palabras feas y lejos de los tumultos para evitar que las escuchen.
Pendientes que nadie les toque sus blancos vestidos.
Evitábamos caminar por la tierra ya que se manchaban sus zapatos de charol y esa suciedad se notaban en sus blancas calcetas. Lo peor es que la brisa primaveral típica de septiembre les levantaba sus cortas faldas tableadas.
Pasamos frente a una fonda y enmudecimos. Sin cruzar palabras prontamente nos retiramos y las fuimos a dejar a la casa de nuestra tía. Nos despedimos apenas mirándonos a las caras.
Recordábamos después la letra de la cumbia que tocaban en la fonda que causó el disgusto:
"Un pajarito de metió
adentro de un convento
y las monjas oraban
con el pajarito adentro"
Texto agregado el 14-12-2021, y leído por 109
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Lectores Opinan
15-12-2021
Je, je, simpático relato. Y los versos, geniales. maparo55
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