Prometió no enterrar más muertos propios ni ajenos. No era un sepulturero ni nada parecido a ese oficio oscuro de enterrar cadáveres y escuchar lamentos de muchos dolientes. Cumplió lo que había prometido: no fue al entierro de su mejor amigo, habían estudiado juntos la primaria, pero aún así no quiso ir, a pesar que eran amigos de toda la vida. Tampoco fue al entierro de su tío, aquel que apreciaba con el alma y corazón; menos al entierro de su hijo. Todos pensaron que iría al sepelio de la mujer que más amó en esta vida, pero nada, quienes aseguraron que esta vez iría perdieron la apuesta, pues murió antes que todos los muertos de su casa y amigos.

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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