Matrimonio Igualitario
Nazareo Mellado
El 7 de Diciembre, desde ahora en adelante, será un día triste para nosotros los cristianos. No porque las personas del mismo sexo, que se aman verdaderamente, puedan contraer el vínculo legal del matrimonio, como las minorías exaltadas te harán creer. ¿Cómo podría ser esta una postura de odio o rechazo, si el mensaje del Maestro estuvo siempre en oposición a ello?. Será un día triste porque el mundo sigue avanzando como noche oscura, fijando barreras infranqueables para la salvación de las almas. El mundo sosteniendo la dialéctica de los derechos en su mano izquierda y de la justicia en su mano derecha ha ido paulatinamente arrancando a Dios de la vida del hombre. Primero lo arrancaron de los estados y no encontraron nada mejor que hacer jurar a sus gobernantes con la mano sobre la carta magna, un libro que de nada sabe de la verdadera justicia que proviene del cielo. Un libro escrito con palabras de hombres, que hasta el día de hoy permite, en muchos lugares del planeta, la explotación laboral de menores, los matrimonios entre adultos y niñas menores, la estratificación de los derechos por color de piel y un sin fin de injusticias que abofetean descaradamente nuestros rostros disfrazadas de justicia y derecho. Luego, sacaron a Jesús de los colegios, argumentando el derecho a la libertad de culto. Culto que ya no existe, en ninguna de sus formas, en sus aulas, ni en sus programas y planes formativos. Y ahora, tristemente, terminarán arrancándolo desde el seno de estas nuevas familias, que se constituirán mediante esta ley, condenando a los niños que nazcan en ellas, a no conocer a Dios, por causa de la histórica posición que defiende la iglesia en torno a las relaciones entre individuos del mismo sexo.
Jesús también derribó las mesas de los cambistas y comerciantes, en la desesperación humana de ver como su pueblo se extraviaba a las puertas del templo. ¿Cómo podría yo guardar silencio ahora?. Cómo no dirigir unas palabras a quiénes son seducidos por los cambistas de creencias y los comerciantes de derechos y justicias. Porque no deben olvidar que es la ley de Moisés la que impone el castigo sobre las relaciones entre individuos del mismo sexo. Y que es una ley, que la iglesia ha decidido preserva y defender, la que aleja estúpidamente a estos hermanos de su refugio, o los empuja a esconderse como criminales, entre las permisivas sombras, escondidos incluso muchas veces, en las mismas filas de su estructura mundana, teñida de inevitables tintes humanos.
El 7 de Diciembre, desde ahora en adelante, será un día triste para nosotros los cristianos. A partir de hoy, nacerán millones de niños, que no llegarán nunca a conocer a Jesús. Apartados de una estructura que más que acogerlos, los excluye por la condición de su familia. Niños que no aprenderán a amar a Jesús porque no es posible amar lo que no se llega a conocer. A partir de hoy, muchos niños perderán la reconfortante esperanza de saber que existe alguien más que los ama, más allá de sus propias familias, con un amor sublime y sin condiciones. Sublime como la fuente de amor universal que alimenta las tristes migajas que recibimos del mundo, así como los perros que reciben los restos caídos desde la mesa de su amo.
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