la primera caricia que alcanzó a ver, el primer olor que tocó, la primera visión que oyó, estremecieron su cabeza en una explosión derrumbando sinapsis tras sinapsis...
Jamás había podido imaginar que los sentidos podían entrelazarse de tal forma, notando qué ya no volvería a ser el mismo.

El analfabetismo emocional se convertía levemente en una dislexia sentimental y las voces, esas pequeñas sanguijuelas mentales, parecian desvanecerse por unos instantes mientras la luz del amanecer iba ganando terreno poco a poco, poco a poco...

posiblemente ese sería su último día, sus últimas horas en ese mundo que no entendía, pero su expresión había cambiado, el miedo no le había alcanzado, siempre fué rápido como rápido se iría, como rápido se fué.

Más tarde, mucho más tarde despertó...

No había nadie, solo el amanecer.