En la impasibilidad de una noche helada;
Safo pidió ser Madre a la Augusta Diosa.
Pero Afrodita, risueña le contestó:

—¡Safo, hija mía!
Fruto querido de mi entraña fértil...
¿A caso no te he dado yo la vida
Y el bendecido don de etérea mantenerte?

Por qué cuestionas pues, mi intrínseco
Deseo. De conservarte ilesa, invicta en la partida.
Que bien (tarde o temprano),
perdemos... al dar vida.

No es mi intención cruel, el convencerte.
Desistas de cumplir con la osadía.

Mi único deseo y fin es este:
Sumarle distracciones a la muerte.
Librarte de más penas y agonía.

Que el miedo no marchite tus anhelos,
Llenando de temor tu fantasía.
Lo que tenga que ser, será un decreto...
del tiempo y el destino, vida mía.

No prestes atención a los mortales,
que impregnan por doquiera su semilla.
No dejes que te abrumen con sus males...
No dejes que te roben la alegría.

Conservate impetuosa y vive libre
De los raudos prejuicios de la gente.
Mantente siempre altiva y consecuente.
Con el instinto sabio que te he dado.

Declara tu victoria a los amores
que mal te hayan pagado en el pasado.
Y porta con orgullo los vestigios
de cicatrices viejas que han quedado.

No dudes de tu impronta en la batalla,
No importa que la sientas ya perdida.
Recuerda que al final de la tormenta...
El sol siempre acompaña al nuevo día.

Abraza tu deseo con ternura
Y siembralo en el nicho de tu entraña.
Acunalo paciente y con dulzura:
Como cuando en mi vientre te llevaba.

¡Así como mi estirpe, es tu herencia.
Descansa lo sublime en tu linaje.
Si cultivas - y cuidas lo que siembras:

Cosecharás los frutos de tu madre!—



SkM.