Diré que no todo está perdido
Mientras se tiñe la tarde de naranja
Me alojaré en el tac tac del teclado ansioso,
en el sonido del último sorbo de mate.

Encontraré en algún recodo de la memoria
el color de sus ojos, la aspereza de sus manos
sacudiré el polvo de su ausencia, volveré
a pronunciar su nombre, esta vez sin lágrimas.

Reconstruiré silaba a silaba su falta de amor
Asumiré que fue espejo de lo poco que me quise
Comprenderé, al final que no hay nada para perdonar
y todo para aprender.