Lei con curiosidad ese mensaje...
"Volvió mi hermana de Francia. El sábado tenemos asado, te esperamos"
A pesar de mi resistencia a usarlo, el WhatsApp estaba siendo útil esta vez...
Hacia más de 15 años, cuando emigró a Europa, que no veía a Isabel.
Inmediatamente recordé sus increíbles, bellísimos ojos verdes, infinitamente superiores a mis vulgares marrones.
Llegué pasado el mediodía, saludé en voz alta para hacerme oír, estaban todos los amigos.
-Isabel donde está ?
-En el parrillero,trabajando de asadora- contestó su hermano.
La encontré y todos mis recuerdos se confirmaron con creces...
Comentamos de la suerte que no lloviera, de cómo pasa el tiempo y otras originalidades al uso.
En un momento se cruzaron nuestros ojos, reviví el día anterior a su partida también hablando de bueyes perdidos, nuestras miradas furtivas, la misma atracción y, como ahora, en ese dia recordé haber desechado cualquier posibilidad de gustarle...
Una inesperada ráfaga de viento arrojó todo el humo del asador sobre mis ojos...
Mientras yo parpadeaba lagrimeando, la dulce voz de isabel dijo suave y pausadamente: “Es que el humo busca los ojos lindos…”