Cuando yo ya no esté,
el polvo cubrirá los muebles
y festejará al fin,
con un alegre remolino
haber ganado
la batalla diaria.


Los desechos orgánicos
se irán en la basura
tres veces por semana,
junto al deseo de salvar
el planeta.


Los oídos descansarán
de razonamientos ociosos
y los sueños
de visiones románticas
intrincadas.


Cuando yo ya no esté,
las bases que sustentan
la tranquilidad resuelta
de ideas acunadas,
se enmohecerán
en seguros pensamientos.
Se endurecerán
y agrietarán las mentes.


Cuando yo ya no esté,
sobrará un asiento
a la mesa.
Los oídos descansarán
del temblor que remece
la palabra a tientas.
Los gorriones continuarán
peleando su comida
cada mañana
tragándose
de la mañana el silencio.


El pasto agostado
se cubrirá de heces
de perro.
y la tierra retomará
la sequedad del abandono.
Pero las flores
se marchitarán
por la falta de miradas
y los besos extraviados
no podrán encontrar
ya su destino.


El día no perderá su color,
ni las flores su fragancia.
Seré sin ser
una sonrisa más,
perdida entre las risas,
una lágrima de menos
en este mar de llantos.