ASI ES LA VIDA

Mi amigo Miguel, rico profesionista. Andaba cerca de los 80, al igual que yo, . De jóvenes la vida era nuestra, nos divertíamos, conjugábamos el verbo pecar en todas sus formas, noches que gastar, damas que conquistar, bebidas espirituosas que probar y un largo etcétera.
Sin embargo, el amor le llegó, fui padrino de su suntuosa boda, se calmaron los impulsos juveniles, se volvió hombre de bien, trabajador, en fin, un adalid de la sociedad.
Por desgracia, ya con muchos inviernos, a su mujer se le ocurrió morirse y mi amigo comenzó a andar de “huelelillo”, la calentura no tiene edad. Le entró el segundo (o tercer) aire y se matrimonió con una mujer treintona de opulentas formas, madre soltera. Por cierto, a sus contemporáneos no nos invitò a esta boda.

Al poco tiempo, una mañana de frio invierno, me deleitaba con una sabrosa taza de café y al leer el periódico, vi con sorpresa la esquela de mi amigo, muy pequeña a pesar de ser acaudalado, La viuda muy práctica, inmediatamente cuando su marido dio el último suspiro lo mandó cremar. Nada de velorio o parafernalias de los entierros. colocó sus cenizas en el columbario de una pequeña iglesia escondida en un barrio humilde.

En un pueblo pequeño, donde vivimos, el chisme corre con rapidez. Supe que la recién viuda andaba en tratos con un mancebo más joven que ella y ya huele a boda. Claro, él pone su juventud y ella su experiencia y el dinero de Miguel. Por fortuna, Miguel no se revolverá en su tumba, ya que las cenizas no lo hacen.
¿Qué quieren? Así es la vida.

PD. Tampoco fuimos invitados a esta boda.