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“No es necesario ser nadie más que uno mismo”
(Virginia Wolf)

Introducción

Esta es la historia que quiero que algún día se sepa y la empiezo a escribir hoy, precisamente hoy, que parece que puede ser un buen momento para empezar.

Hubo un tiempo en que contar historias era cosa de escritores, intelectuales, profesores, periodistas o locos; ahora escribe cualquiera y desde que sé eso, ¿por qué no yo?

No tengo nada interesante que contar, pero me gusta pensar que a pesar de que hay millones de libros editados que nadie lee, quedan historias ocultas, ocurrencias interesantes que nadie conoce y si pasa eso, y nadie le da importancia, ¿por qué no voy yo a perder el tiempo haciendo lo mismo que hicieron otros antes que yo?

Esa y no otra es la causa para escribir y tratar de contar esta historia.

Sí, una historia nueva porque no creo que, como ésta, exista otra igual. Voy a contar parte de la vida de un personaje curioso al que conocí personalmente en el transcurso de mi actividad profesional, catalogado en los mentideros sociales, en el grupo de individuos olvidados, pero más habituales de lo que pueda parecer, a los que considero que se merecen que alguien se inmiscuya en sus historias.

Empiezo por Jaime, un tipo aparentemente del montón, aunque simpático y que cae bien a todo el mundo que, necesitando encontrar un empleo para subsistir, siempre recordará el día que su hermano le sugirió que se presentara a una entrevista de trabajo.

Su hermano, seguramente lo haría de buena fe, pero le tomó el pelo como nadie lo habría hecho nunca, con aquel anuncio del periódico:

Para Encargado de Almacén, se necesita persona con dotes de organización. “Inútil presentarse sin referencias.”

--Se lo soltó así: ¡Mira Jaime! El trabajo que tú necesitas.
--Piden un encargado de almacén y no hacen falta referencias. Has de presentarte, que seguro que es un trabajo adecuado para ti.

-- Además, con dotes de organización, no hay otro mejor que tú.

--Y se lo dice su hermano Alberto, que no trabajó en su vida y ya tiene 48 años.

Y Jaime, así de idiota sin mirar el anuncio, cogió la dirección que le facilitó su hermano y fue, tan campante, a presentarse en la dirección que indicaba el periódico.

I. Inútil sin referencias

(En la empresa del anuncio)
--¡Qué vergüenza le hizo pasar el pijo que lo entrevistó!
Merece la pena recordarlo:

(Jaime)
---Buenas..., venía por lo del anuncio.
-- Ah, sí..., pase, que enseguida le atiende el Sr. Ayala...

-- Y salió el pijo aquél, muy repeinado, con camisa azul celeste y corbata de ahorcado, traje de Emidio Tucci, sonrisa y ademanes de anuncio de academia y gesto amable de vendedor del Corte Inglés, quién le saluda y le lleva a un despacho impersonal preparado para las visitas, donde se notaba que allí no se trabajaba normalmente.

Las luces del techo, un enjambre de focos, más propios de una sala de exposición que despacho de una oficina, hicieron que Jaime reparara más en el techo que en otra cosa, salvo aquella banderita sobre una piedra irregular y barnizada, encima de la mesa.

Con la banderita de España, una carpeta de cuero de sobremesa, sin nada encima: ¡ni un papel!, tres bolígrafos en un expositor como el que tenía su padre en la comandancia, pero éste, sin tintero en el medio y un cenicero con caramelos de los que regalan en algunas Oficinas como en la Eléctrica, a donde iba a pagar los recibos que devolvía el Banco, cuando no tenía fondos en la cuenta.

Ni un retrato, ni cuadros, ni cortinas de terciopelo.

--La banderita, le trajo viejos recuerdos del Ministerio y Jaime empezó por ahí:

--¿No tendrá esto relación con las Fuerzas Armadas? Mi padre tenía una banderita igual, en su despacho militar.

--Hola, ¿decía...? ¿Fuerzas Armadas? No, noo... por Dios. Ésta es una Empresa de Distribución... aunque en cierto sentido, somos un ejército de personas con presencia en casi toda España o al menos, en todas las ciudades importantes.

--Venía por lo del anuncio, ¿verdad? Permítame, que le formule una serie de preguntas para cumplimentar este cuestionario, antes de entrar en detalle sobre el puesto de trabajo que deseamos cubrir y sacó unos papeles del primer cajón que colocó encima del escritorio.

Preguntó datos de: nombre, apellidos, fecha y lugar de nacimiento, ocupación de sus padres, estudios y titulaciones académicas o universitarias y colegios a los que había acudido y referencias al estado general de salud como alguna operación, alergias y si tomaba somníferos para dormir y hábitos sobre tabaco, drogas y alcohol.

Finalizado el cuestionario, hizo un rictus -más bien mueca- que le pareció a Jaime una sentencia de desaprobación de sus cualidades para aquel puesto.

Jaime, respondió con otra mueca, pero más risueña y prolongada.

--Entonces... ¿sólo tiene titulación de graduado escolar?
--Bueno, yo no llegué a terminar nada. Dejé el colegio a los 16 años.

--Sabrá escribir a máquina, ¿no?
--Sí, eso sí, pero no muy deprisa; que utilizo sólo dos dedos: uno de cada mano.

--Entonces... ¿tampoco tiene idea de informática?
--La verdad, no mucha. A veces voy con mi ahijado al Ciber, pero eso, a mí me aburre. Además, si quieres chatear hay que ir deprisa escribiendo y yo..., ya le dije.

--Y.… tuvo alguna ocupación... ¿en algún sector? ¿Cuál es su oficio?
--Bueno, tuve un Pub con unos amigos. Pero no nos fue bien y les cedí mi parte.

--Aquello duró casi dos años y yo hacía de todo. De todo menos fregar, que eso nunca me gustó. Pero servía copas, hacía la caja y me ocupaba de comprar las bebidas y la cerveza y también, de preparar los decorados para carnaval y final de año. Y quedaba…, que llamaba la atención; de hecho, me siguen llamando cada año para la ambientación del local para esas fiestas.

--Ya entiendo... Vd. viene recomendado por su padre.
--¿No decía que tiene despacho en el Ministerio? Déjeme sus referencias, que las pasaré a Dirección y ya ellos le avisarán con lo que sea.

--¿Cómo referencias? En el anuncio... ¿no pedían... presentarse sin referencias?
--Yo no traigo ninguna referencia.

--Perdóneme, pero... no le parece que, para presentarse a una entrevista de trabajo, además de la presencia física, como la que Vd. aporta, también se debe uno acompañar con aptitudes o conocimientos acordes al puesto que se pretende y si, por cualquier circunstancia, ¡la que sea! no se tienen aptitudes o conocimientos ni tampoco ninguna experiencia en trabajos similares... ¿le parece pedir demasiado alguna referencia?

Además de los datos que figuran en el carné de identidad y por la edad que Vd. ya tiene, supongo que también tendrá alguna referencia... yo no le pido que me aporte nada especial, simplemente sus referencias... ¡Las que se tengan!

--… ¡Mire!, yo llevo hechas muchas entrevistas de trabajo, pues para eso me pagan en esta Empresa
--… Mi puesto, ni siquiera es en esta Delegación. Como podrá observar, este despacho no tiene pinta de oficina de trabajo porque aquí, no hace falta ningún despacho permanente de selección de personal.

--¡Oiga! Yo soy una persona muy ocupada. Y tengo la sensación de que ha venido Vd. a probar suerte por si le tocaba la lotería. ¡Pues no!
--Esta es una Empresa privada y yo le estoy haciendo una entrevista para un importante puesto de trabajo y me encuentro... ¡Por favor! ¡Perdiendo el tiempo!, …perdiendo el tiempo ¡Sí señor!,

--Es lo que ... ¡OIGA!, o tiene Vd. mucha cara, o es Vd. un idiota, ¡o quiere hacerme a mí! Por Dios..., por... ¡por favor!, ¡en mi vida me ha pasado nada igual!

--No se excite, que yo no quiero hacerle perder el tiempo.

Pero su anuncio, que lo traigo aquí, dice: “Inútil presentarse sin referencias. ¡Está bien claro!

--¿Ha venido Vd. a tomarme el pelo?, o... ¡qué!
¡Sí señor!: ¡Inútil!, eso es lo que es Vd.: ¡Un inútil! Y el tío, además..., lo reafirma sin inmutarse; pero... ¡por favor!

--Bueno, no sé... pero según mi hermano es eso, lo que realmente piden en el anuncio.

--¡Perdón! Siento que tampoco sepan leer Vd. y su hermano. Discúlpeme y por favor... ¡váyase!

--Ahora me voy, pero también... permítame Vd. a mí. Yo de trabajos, no se mucho; pero más inútiles que yo, conozco un montón y están todos bien colocados y con buenos sueldos.

La verdad, nunca había pensado que para esos puestos se publicaran anuncios en los periódicos, pero mi hermano esta mañana me convenció y por eso vine.

--¿Será Vd. desvergonzado? ¡Inútil! Que además de hacerme perder el tiempo, me está sacando de quicio.
--¡lárguese de aquí! Por favor se lo pido... ¡Lárguese y no vuelva jamás por aquí!

--¡Seré inútil, según Vd.! Pero con más educación y no un pijo mal encarado como Vd., por lo que estoy comprobando; Vd. con su traje de rebajas y esa corbata enroscada al cuello como se atan los caballos, quizá tenga muchas referencias, pero eso no le da ningún derecho a insultarme.

Relájese y si admite un consejo, mande todo esto a la mierda y apúntese a un crucero de vacaciones. Están llenos de inútiles encantadores y verá que bien lo pasan. ¡Adiós!

Cuando salió de la entrevista, estaba tan encendido que si encuentra a su hermano hubiera cometido cualquier barbaridad. No entendía nada... Ni tan siquiera supo, ¿por qué le insultó aquel tipejo?

Qué dijo o hizo, para que le tratara así; no debiera haberlo consentido ni siquiera en su propia oficina. ¡Pero bueno! ¡Fue increíble! Seguro que no era más que un don nadie, lameculos del jefe.

Él sería inútil y no sabría informática, ni escribir a máquina, pero tampoco conocía la sirena del despertador cada amanecer y hacía con el tiempo y con su vida lo que le daba la gana, en cada momento; sería un inútil, pero inútil para cosas tan inútiles como las que hacían tipejos como él.

¡Tenía que habérselo dicho! ¡Eso! Y también que era un imbécil, un esclavo y seguramente una mala persona y con tipos como él, no merecía la pena ni perder el tiempo, eso que a él tanto le sobraba.

--¿Cuántos españoles entre 25 y 50 años, saben informática y escribir a máquina?
--¿Cuántos tienen titulaciones académicas y estudios universitarios?
--¿Hace falta ser ingeniero para ordenar, colocar, cargar y descargar paquetes?
--Estaba soñando o, acababa de despertar… ¿de una pesadilla?

Nunca miró ofertas de empleo, porque nunca tuvo necesidad de trabajar que, hasta la fecha, vivían muy bien con lo de sus padres; en el círculo familiar y de amigos, en el que siempre se movió, era lógico tener un trabajo si se había estudiado una carrera o aprobado una oposición o si su padre tuviera una Empresa, pero trabajar sin necesidad y por amor al arte, no conocía a ninguno.

El trabajo es cosa de obreros que, careciendo de medios y patrimonio, necesitan el trabajo para subsistir lo que, hasta ahora, no era su caso.

Texto agregado el 25-11-2021, y leído por 222 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
26-11-2021 El trabajo, siempre el trabajo, las referencias y qué has estudiado y de qué te graduaste. Ingenioso y entretenido cuento. No es tan malo ver la vida desde el otro extremo, el no hacer nada y pasarla campechanamente con la herencia de los padres, pero tampoco es tan disfrutable hacerlo así. Bien. maparo55
25-11-2021 Toda la finalidad del Hombre se resume en una cosa: Lograr algún día no trabajar. O trabajar en lo que nos gusta. Porque no hay desgracia más grande en este Universo que trabajar en lo que no nos gusta, porque enferma, da hipertensión, cáncer, diabetes y ataques al corazón. En cambio vivir la vida no. Saludos. ValentinoHND
 
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