Juan José, Contra viento y marea argumentaba que el placer entraba por los ojos, pues todos los seres humanos sentimos placer y nos excitamos al ver una mujer desnuda, lo mismo ellas al ver un macho sin ropa, sobre todo si se trata de ese hombre que les mueve el piso. Andrea, siempre le decía a Juan José que estaba equivocado, pues el placer entra por los oídos y muchos problemas de las parejas se debe a que ellos no saben calentarlas primero con palabras; los besos y caricias, solo son un complemento, de esa calentura primaria que producen las palabras, cuando se susurran con amor y con pasión en los oídos de la mujer u hombre que se desea.
Nunca se pusieron de acuerdo en esa diferencia conceptual. Al paso del tiempo, no solo se ahondaron las diferencias, sino también los problemas. Andrea era una hoguera en la cama, pero desde hacía un tiempo estaba muy fría, esa no era su naturaleza, era la incapacidad de Juan José para seducirla con un lenguaje erótico y dulce que la hiciera delirar de placer y emoción a la hora de la intimidad.
Llegó el día en que ella le propuso la separación, no estaba dispuesta a acabar sus mejores años al lado de ese hombre de sentido común e incapaz de seducir a una mujer con palabras. Angustiado por esa propuesta prometió cambiar, pero todo fue en vano, por más que lo intentó no pudo lograrlo. Para rematar su desgracia, hubo en todo el mundo un problema sanitario de grandes proporciones. Andrea lo abandonó, al verse solo, empezó a escuchar noticieros de radio y televisión que no cesaban de informar la cifra de muertos diarios en todo el mundo. Desde ese momento, dejo de ser visual y se volvió auditivo en exceso, con la mala suerte que el virus entró por sus oídos, primero bajó sus defensas. En lugar de escuchar música, escuchó noticias que eran mentira y murió bien pronto. El exceso de frío lo enfermó de neumonía y se lo llevó pronto de este mundo, donde la mentira es la reina más bella.

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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