La línea que recorre como un equilibrista el sueño de la pesadilla, la superstición de la clarividencia, lo que se quiere y no, mutila sin contemplación el reposo que no encuentro y deseo, me abre en canal mientras me introduzco en un mar abrasando mis entrañas con la mezcla de agua fría y sal.

El dolor no sabe de escalas universales, no entiende de personas ajenas que no pertenezcan a la esencia de su despertar, del centro mismo de su inicio convirtiendo en simples vasijas rotas a su huésped.

y le das vueltas y te culpas mientras las voces te hacen despertar una y otra vez sin poder evitar ver tu reflejo en un espejo que no es real, no puede ser real, quien te mira no eres tú, el no eres tú...

y lloras...