Cuento
La brujas lindas siempre me regalan letras y algo de ellas se me estaba quedando en el tintero
Lo negro de las brujas
Bueno, la verdad es que aunque el negro sea el color que por tradición las distingue también hemos visto brujas vestidas con otros colores, entonces no es tan cierto lo del negro. Claro que generalmente las brujas son personajes que infunden temor y por eso el color negro que a muchos atemoriza.
En cambio para mí, en vestimenta de mujer es el color más atrayente, ya que por excelencia imprime elegancia además de darle realce y prestancia al cuerpo de la mujer, y en esto me refiero a todas las mujeres incluidas también las de raza negra, aunque en estas algunos colores claros… ¡Ayayayyy! Tal como los oscuros en las de piel blanca.
Los tonos oscuros, sobre todo el negro, marca los contornos que atraen y a muchos seducen al punto de transformarlos en esbirros y peones dispuestos a los caprichos de ellas, pero también puedo asegurar, por experiencia propia, que en el caso de las brujas no toda su vestimenta es negra, a muchas para sus prendas íntimas les gustan otros colores como por ejemplo el blanco, el rosado, naranja y sobre todo el rojo, colores que representan las distintas fases de las llamas del infierno. Esos son los colores que a mí más me han atraído, puesto que esa combinación de tonos que tienden al rojo que al unirse con el negro creo que son los de su bandera de conquista en primera instancia y luego de dominio para doblegar a sus víctimas en sus fines que no necesariamente pueden ser perversos. (Creo que esto lo explico bien en mi cuento “Ensalada mediterránea”.
Existe una gran cantidad de gente, sobre todo escritores cuentistas que además de vestirlas de negro las presentan como mujeres viejas y feas, en cambio en mi caso las brujas que he conocido y muchas de ellas que han compartido momentos conmigo más otras que de alguna forma aparecen en mis letras, todas han sido bellas, esbeltas y con el cuerpo perfecto para lucir el color negro.
Para no caer en apreciaciones demasiado personales hice un encuesta con todas aquellas brujas que compartieron parte de mis espacios y hoy ocupan un lugar en la bitácora de mi historia. En su mayoría me explicaron que además de gusto propio usaban el vestido negro para camuflarse con la oscuridad en sus correrías y conquistas en noches de luna escondida y no así para el color de las prendas que usan como su uniforme de batalla, aunque algunas por ciertas razones de sortilegios prefieren negro total y tanto es así que no puedo olvidar aquella con la que compartí mesa y cama por algún tiempo, la que sin llamarla de repente aparecía en los momentos menos pensados, luciendo ese color de noche oscura en todas y cada una de sus prendas.
Y tal era la devoción por el negro de esta última que durante el día según su ánimo del momento, prácticamente a gritos me llamaba por mi apellido ordenando y exigíendo: ¡Montenegroooo! ¡Montenegro por aquí! o ¡Montenegro por allá! , pero siempre: ¡Montenegroooo! Aquí, allá y a cualquiera hora.
En cambio a ciertas horas de la noche me despertaba y suavemente me decía: ¡Mooonteee… negriiiito!, Y de ahí es que hasta hoy no logro explicarme que me querría “pedir u ordenar” con eso, en lugar de llamarme por mi nombre que es Vicente, Vicente Montenegro.
Que me perdone, por usarlo, el autor original del chiste que agrego al final del cuento, el cual me parece habérselo escuchado entre otros muchos cómicos hace ya un montón de años, al humorista uruguayo Juan Verdaguer. (1915-2001)
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