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LA OTRA CARA

Desde que falleció, hace ya unos días, no me atrevo todavía a entrar a su cuarto. Estuvimos juntos treinta años, pero desde el principio decidimos que cada uno tendría su habitación y su independencia. Existía entre nosotros mucho respeto del uno hacia el otro y hacia sus cosas personales, que todavía no me atrevo a revolver en sus papeles buscando la documentación para dar de baja sus cuentas, dejar en orden las cosas, ya que ahora tendré que ocuparme de hacer trámites, pagar las cuentas y también acomodarme a la nueva vida.
Últimamente lo veía cansado y preocupado, pero nunca pensé que se iría así, de golpe. Además del dolor que tengo por su muerte, se agregan los trámites engorrosos y burocráticos.
Cuando fui a abrir la puerta algo me detuvo; sentía que estaba a punto de allanar su lugar más preciado, no me sentía cómoda con eso, porque también me encontraré con las cosas que él dejó, revisar papeles para buscar la información que me piden en los diversos lugares: dar de baja la matrícula de médico, las cuentas de los bancos, etc… No sé por dónde empezar.
En estos días estoy recibiendo a todas horas llamadas de pésame y esas cosas, y entre una de esas llamadas recibí una de un número desconocido, lo único que me falta, será algún de esos vendedores de cualquier cosa y que llaman a toda hora. No atendí. Más tarde las llamadas del mismo número fueron insistentes, que incluso me despertaron por la noche.
En mi desvelo, pienso en él, cuántas cosas que teníamos juntos: viajes, salidas, amigos…
No tuvimos hijos y si bien al principio yo quería, después me acostumbré a la libertad de poder hacer lo que me gustaba sin interferencias.
Él era un hombre muy precavido y muy mental, en eso no coincidíamos, yo me dejaba llevar por los sentimientos y él por la razón, de alguna manera nos complementábamos.
Yo estaba cómoda con esa actitud protectora que él tenía sobre mí. Fueron años tranquilos, no discutíamos, cuando algo no andaba bien había silencios, muchos, pero nunca discusiones. Atando cabos, me doy cuenta que se hacía siempre lo que él decía.
Saco una caja de la cómoda que tiene fotos viejas, ahora todas las tengo en la computadora. (Otro tema el de la computadora de él, no sé las claves, mañana veré que hago). Estoy mirando las fotos de París, nuestro primer viaje a Europa con Martín y Laura, nuestros amigos. Hicimos muchos viajes juntos. Yo estaba feliz, siempre fui muy demostrativa, en cambio él era apático. Siempre surgía alguna broma al respecto. Por ejemplo en ésta estamos en Roma y recuerdo perfectamente que no le gustó que yo me reía a carcajadas y le pedí al mozo que nos sacara la foto. Tenía la particularidad de ponerse molesto si yo disfrutaba. Claro, porque vos no tenés ningún problema, si todo lo hago yo y ahí empezaban nuestros silencios. Silencios que duraban días y terminaban en su cama o en la mía, cuando él empezaba nuevamente a hablarme. Y acá está la de Ginebra, yo corté una flor del reloj para ponérmela en el pelo para la foto y otra vez el silencio y la desaprobación. Fotos en lugares maravillosos con personas sin alegría.
Finalmente, me levanto y sin esperar a mañana entro en su habitación, acaricio su cama, abro el placard y acaricio su ropa y no puedo contener las lágrimas.
Su ropa impecable como siempre, su perfume envuelve la habitación.
En un estante hay una carpeta con estudios: una tomografía, unas ecografías, un centellograma, análisis de sangre, todo con diferentes fechas y una resonancia magnética con un diagnóstico: CARCINOMA DE COLON, con fecha reciente. Yo lo sabía, pero no por eso es menos doloroso. Fueron muchos años.
Al final me decido y saco una caja enorme que dice “documentos importantes” (todo lo tenía rotulado como siempre). La abro. Acá está la matrícula; sigo revisando. Facturas de compra: MATERIALES PARA LA CONSTRUCCION: Cemento, arena, cal, ladrillos… ¿Y esto? Me fijo la fecha es del 2010. Trato de recordar, pero tenemos un departamento. No entiendo. TODO PARA SU BAÑO: Juego de baño, grifería, cerámicos, etc; sigo sin entender, son del año 2010
Otro rótulo CONFIDENCIAL: Es una caja pequeña, la abro, fotos viejas. Esta debe ser en el Sur: Los Glaciares, abrazado a una mujer, los dos sonrientes. Él con ropa sport, que odiaba. Esta otra debe ser Ushuaia con la misma mujer, con sombrero y también sonriente. Esta última Bariloche, ríe. No puede ser…
Entonces, ahora entiendo sus convenciones, sus postgrados…
Suena nuevamente el teléfono, atiendo:
-Quien habla? Con la casa del Dr. Mendez?
-Sí.
-Podríamos encontrarnos a hablar mañana? Es importante, vine especialmente del sur para hablar con Ud. tengo unos documentos que mostrarle.
A esta altura ya nada me sorprende. Quedamos en vernos al día siguiente, le dije que venga a casa.
Tocan el timbre, al abrir la puerta veo a la mujer de la foto.
- La escucho, le digo.
- No sé qué decirle, me dice ella. Le juro que no sabía que era casado, me acabo de enterar por un aviso en diario que dice: “Te despide tu querida esposa”.
Después de hablar un rato, tratar de comprender y atar cabos, ella me muestra una partida de nacimiento del año 2011.
La hago pasar al cuarto de él y entre las dos revisamos todo. Guardo las dos cajas de fotos: las de él y las mías, no quiero soportar la humillación de su risa con ella. Quedo con ella en volvernos a encontrar para arreglar el tema de la sucesión con los abogados de cada uno.
Cuando ella se va, llamo a Roberto y le digo:
-¡Quiero verte, te extraño!
-¿No creés que es demasiado pronto? Pregunta él.
-No creo y tampoco me importa…

Texto agregado el 13-11-2021, y leído por 115 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
13-11-2021 A bueno ja ja, ella también hacia trampas, mira vos Jaeltete
13-11-2021 Qué tal? Sorpresas que da la vida. MujerDiosa
 
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