Lhasa De Sela entona grises poesías, es como si estuviese hechizada.
Siento aquella melancolía deslizándose bajo agridulces armonías, mientras desgarradoras tonalidades se desmoronan en espiral desde sus tristes guitarras acústicas.
Ella danza con sonrisas decadentes; encantada entre soñadores acordeones.
¿Cuantas personas conocerán la obra de esta desaparecida artista que cantaba en ingles, francés, y español?
Muy pocos; pero yo si. Soy un melómano.
Con la mirada busco mis cassettes para contarlos. Ciento ocho unidades militarmente ordenados. Luego los discos compactos que descansan sobre el ordenador; un poco más de setenta. Pero también tengo tres carpetas guardadas debajo del televisor. Trescientos discos compactos en cada una de ellas (dos repletas y una a medio llenar); eso hace un poco menos de novecientos discos compactos.
Desvío la mirada hacia mis amados discos de vinilo. No recuerdo con exactitud la cifra, pero son alrededor de doscientos. Finalmente enciendo el ordenador para saber cuantas discografías guardo allí.
Debo reconocer que hace menos de un año tuve que cambiar el disco duro Sata (de quinientos giga bites), por uno de un "Tera" ( mil giga bites, y un millón de mega bites), adquiriendo en el mercado dos de estos dispositivos. Uno de ellos lo utilizo en forma periódica, y el otro es para preservar archivos musicales, usándolo en forma externa; para ello debí comprar un Box Case 3.5 HDD ATA USB 2.0.
Con el mouse hago "click" sobre la carpeta "música"; luego entro en "propiedades" así sabré con precisión de cuantos archivos dispongo.
La cifra exacta es de cinco mil ochocientas ochenta canciones, distribuidas en cuatrocientas carpetas de distintos estilos. Debo tener otros cinco mil archivos en el otro disco_ Me faltará vida para escuchar todo_ Digo riendo, mientras la desgarradora voz de Lhasa de Selda interpreta "De cara a la pared" mi canción favorita.