No se murió el amor parte 4

El lunes por la mañana, Alan llegó feliz al trabajo. No tenía remordimiento, quería que eso se repitiera, quería experimentar con Nacho. La que no estaba muy contenta era Sheila. Su novio tenía días de no llamarla. Nacho quería saber si su plan funcionó, decidió ir a verla a su casa, quería aprovechar para ver a su hijo.
- ¿Cómo te fue con el plan? – Nacho preguntó animado.
- ¿Cómo te ha ido? ¿tuvo suerte tu plan? – ella no quería hablar.
- ¿Qué pasó?
-Le dije a Eliseo todo, y no me ha marcado por teléfono para nada. Le dije el martes y desde entonces no me ha dicho nada.
- ¿Qué te dijo exactamente?
-Necesita tiempo para pensar. Yo me fui del rancho.
-Entiéndelo, no creo que esté acostumbrado que una mujer le diga que quiere penetrarlo. A mí porque me gusta, pero ¿él? dale un chance. Si en quince días no te habla ver al rancho, búscalo en su casa en la ciudad… Cambiando de tema ¿está Gael?
-No. Salió.
- ¿Dónde está?
-En casa de una amiga – responde Sheila.
- ¿De una amiga? ¿Cuál amiga?
-No lo recuerdo.
-Sheila, entiendo los problemas que tienes con Eliseo, pero no debemos descuidar a nuestro hijo.
Poco después el joven llegó.
- ¿Dónde estabas? -Nacho le cuestiona.
-En casa de Lesli – responde el joven.
- ¿Quién es Lesli? – pregunta Nacho molesto.
-Una compañera de la escuela.
-No me gusta que pase esto de nuevo.
-Perdón papá.

Lo que era cierto es que Gael pasaba poco tiempo en casa, algo sucedía con él. Sus padres estaban preocupados más por sus problemas que atender a su hijo. Pronto se arrepentirían.

Habían pasado ya cuatro meses de que Eliseo dejó de llamar a Sheila, no iba a verla bailar, no la iba a buscar a su casa ni a la escuela. Sheila no lo buscó, pensaba que no valía la pena estar con alguien no te acepta como eres.

No quería que se quedara en intención. Los dos estaban unidos, se sentía bien, se estaban acoplando, pero algo les faltaba. En el supermercado, Alan se encontró con un antiguo compañero de un curso, hizo la pregunta incómoda.
-Alan – le extendió la mano – te vi desde el otro lado, quise saludarte -Te presento a mi novio.
-Mucho gusto – extiende la mano – Ignacio Salazar.
-El gusto es mío - respondió Jesús.
Después de una charla sin chiste, Jesús hizo una pregunta bastante incómoda.
-Los que ves ahí son mis hijos, son unos demonios – Jesús preparaba la pregunta – ¿Ustedes tienen hijos?
-No – Alan respondió.
- ¿No piensan tenerlos? – Jesús quería que ardiera troya, pero Alan no le dio gusto.
-Esos son temas que se discuten en familia – responde Alan – tenemos cosas qué hacer – Alan no quería discutir con Jesús.
La pareja dio media vuelta y se fueron.
Alan se mostraba molesto, de regreso a casa no pronunció palabra alguna. Nacho no quería más problemas, pensaba que era mejor darle su tiempo.

Continuará….