Coordenadas de memoria. El norte, en un tiempo, fue el lugar de bosques limitando con tu boca. Un verano pasó veloz, levantando con el viento las hojas de árboles azules. Tu suéter color esmeralda era un faro en el océano de ese mundo.
Una tarde la lluvia mojó la brújula de nuestros alientos. Por momentos pensamos en la posibilidad de vivir muchas lluvias; fue cuando el sur, guiñando el ojo, ponía los vientos-alientos en sus lugares.
En una mañana los pasos eran ajenos a la fundación de un poema. El piso seguía ahí recibiendo la luz de esa luna colgada al lado de la cordillera. El muro, en su silencio, guarda el eco apagado de las voces que una tarde jugaron en el patio.
Coordenadas de memoria.