Yo vendré como ladrón en la noche mientras menos lo esperes, yo vendré y te taparé con muselinas traslúcidas de colores tenues, delicados, no negros pero etéreos, apenas perceptibles a tu sueño, a tu lánguida estancia, a tus pálidas manos, a tu rostro fugado; estas taciturnas telas envolverán tu viaje para que no tengas frío, para tapar lo que falte . Vendré caminando tan suave y callado que no seré percibido hasta que me veas de frente, como el hálito brusco del hielo en invierno, así de poderosa será la forma, así te desprenderás de este tiempo, como el álamo altivo que es derrotado a destiempo por el rayo macabro que implacable cae del cielo.
Te vestiré de rosa pálido, de blanco también, como calas serpenteantes, con oro, mucho oro, como el que reposa bajo tus pies porque eso es lo que dejarás, eso es lo que no te llevarás; anda, nada bajo el oleaje del bravío mar que ahí las orcas te esperan, las barcas dormitando con sus maderas en arcos y sus anclas abrazando las rocas que las frenó, verás que no todo fluye en el espacio, que bajo el agua pasiva y callada te vistes de delicado coral. No seré yo quien limite tu sueño y lo haga experiencia brutal, yo te llevaré en las palmas de mis manos y depositaré en los brazos de una triste medusa para que cobije con su larga melena el desmayo sin vuelta de tu último adiós.
Y serás agua con tus muselinas a cuesta, oxígeno y vida donde nadie piensa que existas.
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