No es un día más, ni un partido más. Por obra del destino quiso que se jugara un 30/10/21. Boca vs gimnasia, es el encuentro, justo ese encuentro. Que fue el último donde te vimos bien terrenal. Con vuelta olímpica incluida y vos desde la cancha festejando nuestro campeonato. Hoy, justo en tu cumpleaños, justo tu primer natalicio desde la inmortalidad, desde el infinito o como dijo un relator, desde la vía láctea, porque un solo planeta te queda chico.
Camino por la calle Irala hacia la Bombonera. Las casacas azules y amarillas tienen un dejo de nostalgia, el recuerdo de tu imagen está presente y las camisetas con tu nombre en la espalda se multiplican. El lagrimón está a punto de salir, incluso Tobías, mi hijo, de tan solo 5 años, está en la misma sintonía.
De repente al ver una imagen majestuosa de Maradona con la camiseta de BOCA, Tobías, saca su pelota azul y oro y como si fuera de ensueño nos sumergimos en un paseo. Un paseo maradoniano, donde desde el piso, aparecen sus frases más recordadas como ser “la pelota no se mancha” me cortaron las piernas” “se le escapó la tortuga” “fue la mano de Dios” “yo tengo 2 sueños, jugar un mundial y salir campeón del mundo” “lo juro por Dalma y Gianina” y al leer cada frase, una imagen viene a mi mente. Dios en la gloria. Vos todo poderoso y haciendo realidad hasta lo imposible.
Sigo transitando y te veo con medio cuerpo afuera de tu palco, gritando por Boca y saludando a la hinchada que estremece con tu “maradooo, maradooo”. Siempre con la azul y oro puesta en el corazón y llevándola a través del mundo. O cuando volviste a tu casa con el mechón amarillo, allá por el año 95 y Dalma y Gianina salieron desde una caja gigante con el cartel “GRACIAS PAPÁ” y como no te van a agradecer, todos estábamos agradecidos por verte de nuevo con la azul y oro.
El paseo maradoniano se transforma, mientras sigo caminando hacia la Bombonera. Tobías, sin darse cuenta, con su pelota azul y amarilla, simula tu gol a los ingleses, esquivando piedras, como si fueran los jugadores, hasta acompañar la pelota hacia una red infinita. Y festeja tirando un puño al aire, como si fuera la mano de Dios. Esa que gritaba dale campeón, con la copa del mundo en su mano. Él también estaba inmerso en ese paseo.
Sigo por Irala y ya quedan pocas cuadras. Mi mente recuerda sus primeros pasos en Boca, allá por el 81 cuando dejo tirado a Fillol en una goleada eterna, en la cancha de Boca. O esa foto, eterna, con el “loco” Gatti y Brindisi, embarrados y felices de vestir esa casaca. O cuando te llevaban en andas, por los viejos palcos de nuestra casa, dando la vuelta olímpica en el 81, tu único título con la azul y oro.
Sigo caminando, las imágenes vienen y van. Los murales confirman tu inmortalidad y te hacen infinito, eterno. SOS DIOS. Y como se extraña tu presencia terrenal.
Hoy, entro al estadio y tu cuerpo no sale hacia la cancha. Hoy festejamos tu cumpleaños con un maradoo, maradooo hacia la cuarta bandeja y una voz agrietada por la nostalgia, mientras una lágrima recorre mi mejilla y grita más fuerte. FELIZ CUMPLEAÑOS DIEGO.