No se murió el amor parte 3

La señora Ruiz llegó. Tuvo que esperar un rato a que terminara Ramón.
-Él no tiene ningún problema en desnudarse, en disfrutar del sexo. Me calienta verlo desnudo, es más alto que yo, para mi tiene el cuerpo perfecto, me gustan sus caricias, y me gusta sentir su eyaculación.
- ¿Pero? – insistió Ramón.
-Ay algo que no me deja disfrutar de las noches a su lado.
- ¿Tienes problema con tener los dos roles en la cama? ¿Ser pasivo y activo?
-No.
- ¿Entonces? ¿Qué más hay? – pregunta Ramón.
-Yo soy muy limpio, siempre he sido muy penoso, reservado, me da pena que me vea desnudo, no sé qué vaya a pensar de mi despeño en la cama, temo que no lo disfrute, no tener el tamaño adecuado. Temo no durar lo suficiente. Él dura más de treinta minutos.
-Creo que debes dejar tus complejos afuera de la cama. Eso es lo que no te permite disfrutar del sexo con tu pareja. ¿Él te ha dicho algo respecto al sexo? ¿no le gusta?
-No. Nada más ayer, que quiere que los dos tengamos los dos roles en la cama.
-Yo te recomiendo que tengas más comunicación con él. Si él ya habló de lo que le inquieta, tú debes hacer lo mismo, él no tendrá ningún problema en escucharte. Mírate desnudo al espejo, explora tu sexualidad, vívela, disfrútala, que seas muy ordenado no tiene que ver con que te bese y acaricie en la cama, déjate llevar por la pasión y solo piensa en gozar. Y otra cosa, traes atravesada la muerte de tu madre. Ya tiene un año muerta y te estás muriendo con ella.
Unas lágrimas salieron, Alan necesitaba eso, llorar. Ramon hizo lo propio y lo ayudó.

Al salir del consultorio de Alan llamó a sus pacientes para cancelar todas sus citas y reprogramarlas para otro día. Se dirigió a la casa, subió al cuarto, se desnudó freten al espejo. Se observó largo rato, observó sus brazos, su pecho, abdomen, su pene, piernas y pies. Comenzó a tocar su rostro. Con suaves movimientos recorrió todo su cuerpo, tocó su pene, sus testículos, apretaba las nalgas, los muslos, su cuerpo comenzaba a aflojarse, ya no estaba tenso de la espalda. Esas caricias lo llevaron a una erección. Sintió sus testículos, se mordía los labios, bajó su mano y comenzó con movimientos lentos con la mano, hasta llegar a la eyaculación. Terminó agitado, y de inmediato abrió los ojos, mirándose al espejo sonrió, lo besó con deseo y terminó limpiando todo.

Ahora necesitaba despedirse de su madre.

El domingo en la tarde, después de terminar su fin de semana, descansaron en el sillón. Estaban viendo una película, ese era el momento indicado. Una razón fue suficiente para que todo empezara. Alan rozaba la mano de Nacho, pasó al brazo, metió la mano debajo de la camiseta y subió poco a poco hasta llegar a los pezones. Alan lo miró a la cara mientras Nacho se acercó a él y lo beso.
Alan tiró la cobija y de inmediato se quitó la playera, el pantalón y la ropa interior quedando desnudo. A Nacho le latía el corazón, se puso de pie al igual que su novio, se quitó la ropa. Se besaron tiernamente. Se escuchaban cómo la saliva se mezclaba. Alan empujó a Nacho al sillón dejando todo aquello que no le permite disfrutar de lado para pasar a oler, besar, lamer, morder y gozar. Nacho se dejó llevar, disfrutaba de las caricias y besos de Alan. Era plan con maña, el lubricante estaba justo ahí. Alan puso su lengua entre las nalgas de Nacho y comenzó a lamer.
Nacho cerraba sus ojos y se mordía el labio, se retorcía. Alan preparó su miembro, lo introdujo cuidadosamente. Alan comenzó la penetración despacio para terminar a buen ritmo, Alan quería su recompensa, Nacho se discutió con un buen polvo aquella tarde en el sillón.

Continuará…