Era un hombre muy apetecido por las damas, pues su belleza física impacta a todo aquel que lo miraba; sin tener en cuenta que fueran hombres y mujeres, al verlo pasar quedaban conmocionados, más las damas que suspiraban al imaginarse con él en la cama. Los hombres reconocían que era un adonis, a algunos de ellos les daba envidia y rabia que el galán se apareciera cuando iban con sus esposas, pues las damas de compañía no podían ocultar las emociones que las embargaba. Además el perfume que usaba era exquisito, por donde pasaba dejaba una estela de aromas que atraía más a las damas.
Siempre había hecho el amor con mujeres muy hermosas, pues con esa presencia tan bella las mujeres caían rendidas a sus pies. Muchas se contentaban solo con un beso, otras iban más lejos y no tenían ningún reparo en hacer el amor con él al rato de conocerlo. Nunca se llegó a saber si quedaron insatisfechas o rebosantes de amor y placer. Nadie las volvió a ver, ni tampoco a él. Pareció que la tierra se las tragó sin dejar ni un solo rastro, ninguna carta de ellas encontraron que dieran cuenta del placer que se siente al hacer el amor con Aquiles. De repente este galán de ojos azules, sonrisa de ángel y perfil griego apareció en una ciudad diferente a la querendona dulce y morena Pereira. Se había ido a Bucaramanga a seguir rompiendo corazones, esta vez no de mujeres bellas, sino de mujeres comunes y corrientes. La última vez lo vieron fue con una mujer gorda, con la que había ido a un hotel de mala muerte pues quería mantener un perfil bajo; no quería que lo fueran a secuestrar, ya que tenía mucho dinero. Dentro del hotel y en la habitación 327 prendió el televisor, buscó un canal en el que pasaban películas porno, luego abrazó a la gorda. Ella esperaba que la matara a punta de placer, de solo verlo ya estaba excitada. Él esperó que ella se desnudara, al verla desnuda vio la belleza de una gorda por primera vez y suspiró, solo entonces se dijo así mismo: "por qué no se me ocurrió antes hacer el amor con una gorda". Ella no podía ni hablar al ver como se quitó primero los zapatos, luego la camisa y al fin el pantalón. Ella no aguantó más y empezó a acariciarlo, creyó que al hacerlo tocaría el cielo, pero no fue así. No sintió nada de lo que se imaginó, es más, cuando mandó su mano al miembro de él, se desilusionó por completo. Enseguida le dijo:
-¿Será qué eres capaz de matarme de placer?
Aquiles enseguida le respondió:
-¿Estás segura de lo que me estás proponiendo?
Muy segura ella- respondió:
Aquiles que iba a ser capaz de matarla de placer con ese armamento tan insignificante, a duras penas le haría cosquillas. Antes que la gorda se enfureciera, sacó la pistola de su chaqueta y le pegó 6 tiros a la gorda y se fue. La policía aún sigue buscando a ese asesino en serie al que no se le escapó ni siquiera la gorda.
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