En ese momento, mi mano pega un manotazo al aire, mientras un click retumba sobre mí. Las llaves golpean contra la cerámica, entre el palier y mi departamento. Levanto la vista, presto atención y no vi nada o más bien, vi todo. La puerta ya no estaba ahí.
Del otro lado del palier, Juan y María, mis vecinos, estaban mirándome desconcertados. Ellos tampoco tenían puerta. Camino unos pasos, los saludo y al girar para tomar el ascensor, veo un hueco oscuro con una caída libre de casi 200 metros. La puerta del ascensor, una puerta maciza, que cierra y abre, su única función, ya no estaba.
La desesperación había empezado a calar en mis huesos. El reloj me decía que me apure, pero el miedo de subir a un ascensor sin puerta, daba miedo. Me imagine de 5 formas diferentes como iba a morir cayendo por ese hueco atrapante y me imaginaba cayendo, junto con otros vecinos que apurados, saltaban a esa trampa mortal. Elegí, que era mejor bajar por la escalera y así fue. Mis pasos se fueron acelerando y al pasar por cada uno de los pisos, ya que vivo en el piso 9, mis otros vecinos, algunos que nunca había visto, me saludaban. Claro, tampoco estaban sus puertas.
Que habrá pasado? Que designio del destino es? Mi edificio se quedó sin puertas. Al salir por el palier, me di cuenta que nada era igual. Todos los chicos estaban en la vereda jugando a las escondidas, entrando y saliendo de diferentes casas. También sin puertas. El barrio entero estaba así.
Empecé a caminar más tranquilo y pensé. Será obra del destino? De dios? De algún extraterrestre? Será una huelga o rebelión de las puertas? O por ahí los tornillos dejaron de existir y con ellos las puertas?
Que es un mundo sin puertas? Seguía divagando mientras pasaba por la verdulería, mientras veía al verdulero cortar los morrones sentado en el baño. Veía al cocinero del restaurant, que dejaba en descubierto la comida en mal estado, vuelta a cocinar.
Un mundo sin puertas te mostraba todo, te desnuda. Ya no había más portazos, ni daños hacia ellas de algún enojo perdido.
En el otro mundo, las puertas abrían y cerraban. Se sentaban a tomar cerveza y jugaban en el parque, mientras sus puertitas, seguramente convertidas después en alacena, se divertían. En el otro mundo las puertas gobernaban y todo estaba cerrado.
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