He intentado,
dejar de escribirte,
nombrarte y pensarte,
por un día completo.
Ha sido inútil dejar de buscarte
porque de nuevo aparecen
tu sonrisa, tus ojos y tu cuerpo.
Y me pierdo
en ese laberinto
que es tu pelo
y me guío de nuevo
por el olor de tu piel,
pero no tiene caso,
de todos modos
y a todas horas, te pienso.
No es que quiera olvidarte,
pero quiero saber si puedo,
vivir en un mundo dónde tú no estés,
aunque sea un momento.
Y respirar el aire frío
al que le falta tu aliento.
Y caminar sin rumbo,
por la misma ciudad
de calles vacías,
de jacarandas que sin ti
han muerto.
¿De qué color se incendian
las nubes cuando cae la tarde
si tus ojos no están allí para verlo?
¿A que huele la noche,
sin el humo de tu piel en el viento?
Pero no tiene caso,
porque tú no estás allí fuera,
sino aquí dentro.
Ni arrancandome la piel,
ni los ojos, ni los dedos
puedo dejar de querete
como te quiero. |