Quería decirme tantas cosas, un frente a frente,
mi bis a bis tan revelador, tan sincero conmigo,
sin medias verdades y sin voluntarios olvidos,
ni la selectiva memoria, ni las necesarias elipsis
que mi biografía personal no se atreve a autorizar
Quería poder llegar a creer en mí propia historia,
sin casuales vacilaciones, sin glorias enajenadas,
desconsiderar todas las medallas autoimpuestas
desconsiderar mi victoriosa carrera de los años,
entre mi buen proceder y mi utopía.
Quería ser capaz de convencerme a mí mismo,
no desconfiar de mí como ese error imprevisto,
ese desvarío que me alejó de mi ser más puro
y reiniciarme con la versión mejorada de mi ser,
el legitimo yo que declara altivo: errar es humano.
Pero, al revolver entre los legajos de mi memoria,
entre recuerdos sinceros y verdades absolutas
en aquel baúl que guarda mi esencia, mi otro yo,
no me encontré más en ese espejo deformante
que de mi realidad quiso hacer un retrato ideal.
Así, me entregué feliz a una forjada imagética,
entre aforismos, emoticonos y altivas sonrisas,
codo a codo con una creativa realidad alternativa,
idealización de unos sueños que nunca imagine,
una increíble ficción que se me hizo tan veraz.
Así, comencé yo mismo a decirme tantas cosas,
mis palabras al viento con un único destinatario,
en la más forjada realidad alternativa me recreé,
reinvente así mi vida en una utopía edulcorada,
una fantasía alucinada para mí propio deleite.
Así, ahora hablo con otros para hablar conmigo,
aguardo ansioso mi respuesta de mis palabras,
el eco de mi mensaje como un espejo cóncavo,
un retrato que me refleja sin ser más yo mismo
y me digo a mi, solo lo que yo quiero escuchar. |