¡¡¡Quiero la libertad!!! Algunas palabras son hermosas y por eso las quiero, sin embargo, ¿Qué es la libertad?, quiero conocer el objeto de mi deseo, quiero saber lo que persigo y por lo que lucho, quiero llegar al final y encontrar lo que quiero en realidad.
La libertad para un adicto significa vivir sin drogas, para un secuestrado vivir en su casa, para una persona casada con un salvaje el divorcio. Se trata de desprenderme de una fuerza opresora que me impide vivir de manera autónoma. Se trata de vivir de acuerdo con mi propio sentido de la vida, de acuerdo con mi sentido natural de la vida, guiado por un profundo sentido del amor.
En principio, las fuerzas opresoras son todo aquello que me impiden conectarme con mi propia esencia y vivir libre, de acuerdo con mi propio sentido de la vida. Las fuerzas opresoras son una serie de realidades internas y externas que me obligan a decidir y vivir a su manera, lo veo con más claridad si observo con detalle la dictadura que ejerce la gula sobre un adicto a la comida, pero aún si no se tratara de un adicto, también, en menor grado, la dependencia o la exagerada necesidad de la comida dirige la vida de una persona.
Estas fuerzas opresoras tienen su poder en nuestra exagerada necesidad. La gula, el sexo, el poder, la fama, la vanidad son poderosas porque nosotros mismos les damos ese poder. Nosotros necesitamos de ellas de forma exagerada, las hacemos imprescindibles. Liberarme entonces significa vivir al margen de las exigencias de estas realidades, es un estado en el que mi necesidad no me domina.
Pasar de un estado de esclavitud, en el que obedezco los mandatos de algunas realidades, a un estado de libertad, en el que mi vida esta guiada por mi propio sentido, sugiere haber recorrido un camino de desprendimiento, que se vuelve placentero cada vez que entiendo y amo la Libertad.
Es un camino de amor, esperanza, fe y confianza; lleno de alegrías profundas y de mucha pasión.
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