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Inicio / Cuenteros Locales / valentin / Tú, yo, los demás - Parte I

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Anda, que apures el paso, fueron las palabras detonantes para el cataclismo que estaba emergiendo hacia meses atrás. En ese momento Carmentea solo pudo detener su paso y miró a su alrededor, todo parecía pasar en cámara lenta, tanto que podía escuchar los latidos de su corazón, como gotera recalcitrante que se estrellaba contra la roca, veía pasar los pájaros moviendo sus alas, Carmentea cayó en cuenta que solo habían transcurrido 10 segundos desde estrepitoso grito a mitad de calle.

Julian volviendo la mirada emprendió su caminar, cual desaforado huracán enardecido por la ira que brotaba por cada uno de sus poros; solo recordar la cara de Carmentea en esa cena, lo imponente de su hablar, lo admirada y a la vez voluble que era, hizo que deseara terminar esa situación que había apartado toda la atención de el hacia Carmentea, - es imposible que pueda hacerme esto – se dijo, giro la cabeza, los ojos enarbolados, la cornea tan grande que a un kilometro se podían ver, los labios apretados, la mandíbula rígida y lo pasmada de Carmentea hizo que todo quedara en un aletargado momento.

Taxi, taxi, taxi, el chirrido de aquella desgastada llanta hizo que el mundo volviera a cobrar su vertiginoso andar, Carmentea se embutió en el aparato sin vía alguna, las nubes fueron arremolinándose en ese turbio recuerdo de enero cuando Marcos hizo de las suyas, en aquel baldío y destartalado cuarto de hotel, Carmentea forcejeaba, hasta que el puño se estrelló directo en el pómulo derecho que de un solo golpo quedo tendida en medio de la nada. El freno precipitado trajo a Carmentea de nuevo a su realidad, realidad que la destruyo con el correr de los metros.

La daga incrustada en el cuello, el estallido de los vasos sanguíneos chisporroteaba y teñían de rojo el cuerpo de Julian. Desde el ojo izquierdo se inició la carrera de un pequeño torrente de sangre que recorría el pecho, bajando por el abdomen, llegando a la pelvis, pasando por el miembro viril, igual de exhausto a Julian después de un acto salvaje lleno de sexo y desenfreno, el torrente finalizó en la entrepierna; el ultimo grito del masacrado cuerpo quedo clavado en el alma de Julian.

Contrario a lo esperado el clima fue recrudeciendo, el sol se alzaba como nunca, se esperaba una lluvia de agosto que nunca llegó, Carmentea irrumpió en el minimercado, sus tacones habían desaparecido, su mirada era más turbia aún, Julian daba vueltas cual gavilán sobre su presa. Frente al espejo del baño, y con la cara llena de agua Carmentea, recordó cada minuto antes de la cena, su corazón volvió a latir lentamente, ahora sus pensamientos se arremolinaban vagamente en como enfrentarlo, en como dar un paso sin titubear, el vibrante sonido del celular alertó a Carmentea, ella contestó, quedo pasmada, atónita pero a la vez su cuerpo vibró cómo hacía mucho no lo hacía y enfiló de nuevo la carrera. El señor del taxi escuchó la dirección y enfilo camino a la dirección.

Continuara…

Texto agregado el 22-10-2021, y leído por 180 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
23-10-2021 Muy bueno Lo sigo Jaeltete
 
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